miércoles, 13 de diciembre de 2006

Nada en mitad de la nada.

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Konark es como estar en mitad de la nada pero con playa y sin turistas occidentales, lo que quiere decir que no te acosarán a cada paso para comerte la oreja. Y eso es una gran ventaja. Es un remanso de paz en mitad de mi viaje para tomar el sol, tomar fuerzas y decidir qué hacer después.

El placer de poder bañarte en el mar en diciembre cuando sabes que en España se están congelando es incomparable. Con un sol que pica lo justo y mar bravío, con olas pero sin peligro, puesto que te puedes tirar andando quince minutos en el agua sin que llegue a cubrirte.



En Konark está además el Templo del Sol, un lugar maravilloso al que mis fotografías no hacen justicia, había una luz de atardecer muy romántica y apropiada pero completamente inadecuada para mi camarita. Este templo es muy conocido en India y hay por todas partes turistas indios que vienen, llenando a rebosar docenas de autocares turísticos, para pasar apenas unas horas en la zona, es decir, con el tiempo justo para no molestarme en la playita.

martes, 12 de diciembre de 2006

Leaving Kolkata.

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Acaba un ciclo.

Al final me he pasado dos semanas y media en Calcuta. Bastante más de lo que tenía planeado, pero era necesario porque entre los días que estuve malo y los que perdí para resolver el robo de pasaporte se me fueron 4-5 días (justo los que yo planeaba tener de extra para viajar).

Además, antes de la primera semana no sabes de qué palo va cada uno, pero a partir de entonces, del trato de todos los días, ya los vas conociendo y es cuando comienzas a sentirte muy agusto con según que gente y te empieza a dar pereza salir de Calcuta. Anoche hicimos una cenita de despedida a lo grande, en un italiano de caché (pagamos casi cinco veces más de lo que estamos acostumbrados) y además de que fué un gusto por descubrir que al otro lado del mundo sigues encontrando gente que te cuida aunque casi no te conozca; también fué un placer para los sentidos: lasaña de espinacas para morirse del gusto...aaaayy, ¡cómo la echo de menos!, jajaja.

Os dejo unas fotillos de mi hotel, el Paragon y de cómo convertir una habitación con dos camas en una con una sóla y un superescritorio, jeje.



Hoy me ha tocado hacer de enfermero de mi enfermera, Lara tiene un pinzamiento en la espalda que apenas le deja moverse así que al lío: llamar al seguro y ayudarla para todo, y yo encantado de poder devolverle el favor. Además, la pobre quería cambiar su billete de avión para retrasar la vuelta un par de meses y como no consigue contactar con la British Airways se está acercando peligrosamente el día de volverse. Todo a la vez, como siempre.

Echaré de menos a mucha gente pero tengo ganas de cambiar de aires, de descubrir la India y de cambiar de mirada, intentar quitarme el filtro occidental de los ojos para apreciar las cosas tal y como se me presenten. Ya veremos que me encuentro.

Os dejo un par de selecciones miscelánea con las fotos que no he incluido hasta ahora en las entradas anteriores.




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lunes, 11 de diciembre de 2006

Rod Pereira.

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Aprovechando que ya parece que estoy bueno y que mañana salgo de viaje, he querido recuperar por última vez el espíritu de investigación acerca de las motivaciones de la gente en Sudder Street y los diferentes proyectos en que andan metidos.

Hoy le toca el turno a Rod Pereira, un australiano que a primera vista parece tan fuera de lugar en Calcuta como su paisano Cocodrilo Dundee. Imaginad la estampa: sombrero de ala ancha al más puro estilo salvaje oeste (me imagino yo que será típico de Australia), fuertote y cuadrado, tipo armario y vestido como si le esponsorizara la marca Coronel Tapioca. Lo primero que piensas es "Ufff, éste acaba de llegar y no va a durar ni dos días". Todo lo contrario.

Llegó en el 2001 por primera vez a la India para pasar seis meses con Volunteers of Charity, pero no supo nada de ellos en las primeras seis semanas (ya dije en algún momento que aquí las cosas funcionan a otro ritmo muy distinto al que estamos acostumbrados) y para cuando le llamaron ya estaba metido en otros proyectos más interesantes que él solito había descubierto.

En el 2004 volvió de nuevo a Calcuta para un par de meses y regresó en el 2005 con intención de quedarse a corto-medio plazo; ya lleva aquí 18 meses y creo haber entendido que su proyecto no terminará hasta dentro de cinco años. Rod es un tío inteligente y práctico (ésto último no abunda por aquí), no se ha venido él solito a Calcuta a cambiar el mundo en plan Robin Hood. Ya sabe lo que hay y cómo funcionan las cosas, no es un recién llegado, así que se ha buscado un grupo de gente que le apoya desde Australia y le financia su proyecto por medio de subvenciones y ayudas gubernamentales, supongo que a través de alguna ONG expresamente creada para ello. Ellos se ocupan de la parte administrativa y Rod es la cabeza visible en Calcuta.

Cuando digo que es un tipo con la cabeza bien puesta no sólo lo digo porque se haya buscado financiación externa, sino porque todo lo hace con el concepto de desarrollo sostenible. Por supuesto que acepta encantado la ayuda de los voluntarios extranjeros que pasan temporadas más o menos cortas en Sudder Street, pero no depende de ellos, el núcleo de su equipo son indios locales. Y esto que parece tan sencillito es básico y la mayoría de los proyectos que conocí hasta ahora (incluyendo New Light en cuanto a enfermeros) se olvidan de ello. ¿Qué pasará cuando falten los voluntarios?. Nada si te has preocupado de formar gente local y dar forma a un proyecto que cree empleo para ellos.

Básicamente, Rod trabaja simultáneamente en tres proyectos:

1.El Food Program que se encarga de alimentar selectivamente a los más desfavorecidos que malviven en la estación. Cuando digo selectivamente me refiero a que los indios de su grupo saben de sobra que gente son los más necesitados, y se trata de hacerles un seguimiento alimenticio para que no mueran por desnutrición. La idea es evitar a toda costa un reparto aleatorio de comida que al final únicamente beneficiaría a los más fuertes y que sería, y nunca mejor dicho, pan para hoy y hambre para mañana.



Y llevar una "clínica" ambulante (Rod es enfermero) a aquellas zonas donde no llega la asistencia médica e intentar inculcar la importancia de la higiene en los más pequeños para evitar infecciones:

2.Los Lunes y Miércoles en la aldea de Dapha (junto a uno de los vertederos más importantes de la ciudad; en la primera de las fotos que puse antes, cuando se aprecia una montaña al fondo no es sino una montaña de escombros y basura).

3.Los Martes y Jueves en un aldea un poco más alejada perteneciente a la zona musulmana cuyo nombre no consigo recordar (yo sólo estuve en Dhapa, quizá por eso no se me quedaron los dos nombres).

Quien quiera más información que se meta en su web site: www.calcuttastationsmission.com o que directamente haga click aquí.


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domingo, 10 de diciembre de 2006

Recuperándome.

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Llevo dos días aburrido de la vida. De la cama al váter y del váter a la cama. La diarrea típica de Calcuta se ha convertido en una diarrea del quince y el sábado hice tantísimas visitas al baño que llegué a plantearme seriamente la idea de mudarme allí directamente. Al menos me ha pillado en Calcuta y no viajando (¡Y con baño propio, que en las otras habitaciones no tenía!).

Aviso a navegantes despistados: el Fortasec te corta la diarrea de golpe pero no te quita la infección (o el bicho o lo que sea que te haya puesto así), así que vuelve a aperecer y por tanto sólo es buena opción cuando tengas que viajar o algo así y no quieras irte por la pata abajo por los pasillos; el Sulfintestín nosequé va perfecto cuanto además de diarrea tienes fiebre pero no es antipirético, es decir que para bajar la fiebre (que ya me llegaba a los 39º) hay que usar algo extra (tan sencillo como el paracetamol).

Esto lo cuento porque me tiré un día entero a base de sueros y Sulfistentín pero la fiebre no me bajaba (¡claro!), menos mal que estaba puerta con puerta con mis enfermeras favoritas que se engargaron de cuidarme y tirarme de las orejas.

Un par de días en casa a base de sueros y el siguiente sólo me atreví a bajar al internet (ya se había demostrado que en caso de apretón sí que da tiempo a llegar...) y comiendo arroz blanco aburridísimo.

Odio estar malo.
Además, como casi nunca me pongo enfermo no estoy acostumbrado y me pongo insoportable. Menos mal que duró poco.

Por razones evidentes no acompañaré este post con fotos ni vídeos, jajaja.
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viernes, 8 de diciembre de 2006

Fé de erratas.

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Las entradas correspondientes a los días tres y cuatro de diciembre han estado esperando en formato borrador a que se solucionara el problema. Allí cuento por encima cómo me robaron el pasaporte (!!) y todo lo que fué pasando después.

A día de hoy ya tengo visado para salir del país y poder volver a España a tiempo de tomarme las uvas así que puedo escribir tranquilamente sobre ello sin que a mi madre le de un ataque.

Para leerlo todo simplemente retrocede en el blog.
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jueves, 7 de diciembre de 2006

De templos por Calcuta.

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El día de hoy ha sido una parada necesaria en mitad de la vorágine.
Normalmente no tengo nada planeado, excepto por las tardes con New Light, pero al final nunca paras: bajas a desayunar y te encuentras con los de siempre y ya estás liado o conoces gente nueva que no sabe moverse y les llevas (o te llevan ellos a tí). No importa cómo se dé el día, al final no vuelves a la habitación hasta las mil, con la sensación de haber estado en muchas partes y haber conocido mucha gente (empiezo a pensar que demasiada) pero sin saber exactamente en qué empleaste tu tiempo.

Así que uso mis escapadas como turistoide a modo de isla para alejarme de la espiral caótica que es Sudder Street.

Hoy ha sido un día casi perfecto. Luis nos ha llevado al Belur Math (Monasterio de Belur), institución creada por Vivekananda, principal discípulo de Ramakrishna para que los jóvenes pudieran dedicarse a su propio progreso espiritual y al servicio de la humanidad (!?).

Yo como siempre, a mi aire, ambiente espiritual y solemne que no me calan pero que sí difruto; esa tranquilidad que inspira el lugar, como si hubieran encerrado un pedacito de Calcuta en una burbuja y se hubieran dejado todos los ruidos y los humos fuera. Hubiera podido quedarme toda la mañana charlando sobre el Ganges y el Karma (o sobre cualquier otra cosa, que mientras me acariciara el solete en mitad de ese remanso de paz cualquier tema me parecería bien), pero no había tiempo si queríamos visitar el templo de Kali y como buenos turistoides salimos corriendo para no perdernos el último bote que cruza el río Howgli.

En India las cosas funcionan a su propio ritmo (que casi nunca es el tuyo) así que nos tiramos un buen rato esperando para poder cruzar. ¡Y qué maravilla!, apoyados en un embarcadero con el solete tostándonos (ups...¿se me había olvidado mencionar que aquí hace unos 20º y que andamos en camiseta en pleno diciembre?, jejeje) y el rumor del río a nuestros pies; hubo incluso quien creía oler el mar y algunos de nosotros llegamos a ver incluso delfines de agua dulce (pero con el tiempo creo que incluso yo mismo dudo de ello...sería alguna alución colectiva fruto del calor y el karma o algo así...)

El Templo de Cali bastante chulo, aunque un poco como para gente bien, la verdad, me gustó más el que hay en pleno centro de Calcuta, junto a Calighat, que es mucho más sucio y más auténtico: todo el mundo medio en trance, gritando y empujándose por estar junto a la diosa de la lengua fuera (la diosa Cali en su irrefrenable ansía de matar enemigos se acabó cargando a su propio marido y esta "ceguera de rabia" la representan con una lengua larguísima, como diciendo que estaba fuera de sí), y que además, la gente es mucho más histriónica cuando se están sacrificando corderos, y aunque sea una salvajada es mucho más interesante para un guiri en busca de experiencias culturales como yo.

Así que lo único que me gustó del Templo de Cali que está junto al río fué el propio río, el solete que hacía y los templos dedicados al linga-joni, que por lo visto hay un par de dioses que no tienen casi cuerpo porque están reducidos a la mínima expresión, esto es, sus propios miembros; el linga (pene) y el joni (vagina) y está todo lleno de representaciones de un linga entrando en el joni. Para el que piense que es demasiado gráfico y que los indios deberían aprender un poquillo de sutileza añado una curiosidad más: una de las maneras de rendirle tributo al dios linga es derramar leche sobre la escultura del pene. Ahora sí que ha quedado completamente gráfico, ¿eh?, tribal, incluso. La parte buena es que los chicos se lo curran y la leche va por unos conductos especiales para almacenarse en unos depósitos y luego la reparten entre la gente pobre (la leche y todo lo que haya ido arrastrando por el camino, que aquí no tienen escrúpulos para nada).

Como última curiosidad, aprovechando el tema que se está tratando, un aviso a todas las "navegantas" que se llamen Laura y quieran viajar a la India: Cuando os pregunten decid que os llámáis Lara o algo parecido porque Laura significa, literalmente, polla, y claro, da lugar a bastantes malinterpretaciones, así que ya sabéis.

miércoles, 6 de diciembre de 2006

De profesor en Kabardanga.

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Hoy es el primer día del profesor de Español en el orfanato del Brother Xavier. Así que el plan era ir hasta Kabardanga para ayudarle en su primera clase y pasarle unas frases básicas que encontré en internet antes de venirme, cosas útiles en bengalí tipo "¿cómo te llamas?, ¿cuantos años tienes?" y ese tipo de cosas para que pueda interaccionar un poquillo con los chavales. Aunque lo que mejor le va a venir es lo que he aprendido en directo cuidando de los chavales de New Light, una serie de frases necesarias para controlar nenes de menos de diez años: rollo "siéntate", "silencio", "espera", "ven aquí", "mira"...y un jueguito de esos de dar palmadas que aquí se saben absolutamente todos los niños y que flipan cuando te pones a cantar con ellos "O pila, kacha pila, ki kacha?, lemu kacha, ki levu?, pati levu, ki mom?, pati mom..."

El problema es que en la India nunca salen las cosas como las planeas. Tuve que dar la primera clase yo solito porque se suponía que Fran regresaba ayer de Nepal (viaje relámpago de cuatro días) pero por no se qué problemas técnicos todavía no había podido aterrizar.



Trabajar con niños es muy gratificante pero muy complicado. Cuando estás jugando con ellos pueden resultar agotadores, pero lo de darles clase...ufff (¿Cómo te las arreglas tú, Dianita, que lo tienes que hacer todos los días?). Lo de conseguir mantener su atención durante más de tres minutos seguidos es una utopía. Tienes que hacer la clase muy dinámica y preguntar constantemente acerca de lo que acabas de explicar, yo preguntaba a todos aleatoriamente pero muy de seguido para que se lo tomaran como un juego y cuando pillábamos a alguno distraido y no respondía toda la clase se reía (buen rollito, ojo) y el chaval se apresuraba a responder aunque no tuviera ni idea de qué había preguntado.

Me flipó que cuando necesitaban ir al baño, todos preguntaban "may i go to the toilet?" y al volver: "may i come in?"...retacos de 8-10 años en mitad de un puebluco de la india pero tan bien educados en la formalidad occidental.
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