domingo, 3 de diciembre de 2006

Hastings Police Station.

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Lo primero que hay que hacer en India si te roban el pasaporte es ir a denunciarlo a la estación de policía más cercana. Y la aventura tuvo su gracia (si no fuera porque el damnificado fuí yo).

Imagináos el percal: pilla un taxi y le explica a un indio que te lleve a la police station. Con su Inglés a lo indio no pilla nada a la primera (ni a la quinta) a menos que sean los sitios típicos así que estás un buen rato jugando a los gestos para que el pobre pueda imaginar lo que quieres. Vale. Por fin lo entiende pero no sabe dónde está. Aunque tú no te das cuenta hasta mucho rato después porque el tío jamás admitirá que no sabe una dirección y mucho menos que se ha perdido (algo así como el estúpido orgullo masculino elevado a la enésima potencia). Da mil vueltas. Y tú ya has decidido lo que le vas a pagar aunque el taxímetro siga corriendo pero lo ñunico que quieres es llegar de una vez. Y, por fin, después de preguntar a unos y a otros, consigues llegar a la estación de policía.

Voy a ser un poquillo pesado con el tema pero, ¿a qué cuando alguien dice las palabras "estación de policía" como que ya tienes una imagen en la cabeza?, ok, vaguetes uniformados que te pondrán muchos problemas para arreglar algo y eso después de rellenar mogollón de papeleo cuyo único propósito parece hacerte desistir, pero que al final sirve para algo y te vas con la sensación de que quizá encuentren lo que te han robado, ¿no?. Al menos un sitio presudo-oficial, grandote, con muchos polis entrando y saliendo en el que te puedes quejar agusto aunque no vayan a resolver nada.

Eso pensaba yo. Ahora imaginad el típico puesto de perritos calientes que te encuentras por la calle, ¡¡¡la estación de policía era algo equivalente!!!, (a los que me leáis y hayáis estado en Sudder imaginad que el chiringuito del Tirupati en vez de servir comida es una police station).Impresionante.

Vale, estoy en la India y aquí las cosas se hacen de otra forma, un poquillo de paciencia y a ver si al menos me toman declaración. Para no ponerme pesado con lo que yo esperaba y lo que pasó, mejor os cuento directamente lo que pasó y vosotros mismo sacáis conclusiones.

En la police station no hay ordenadores, ni máquina de escribir, ni un mísero folio siquiera (ahora se entiende mejor lo del chiringuito que decía antes, ¿verdad?), así que mandan a uno de los tipos a por papel y vuelve con un DIN-A0, que viene a ser cuatro veces más grande que un folio normal, y lo parten directamente con la mano, en cuatro cachos, y yo con los ojos como platos porque el papel era tan finito y parecía tan viejo (como si hubiera estado esperando por años dentro de algún cajón) que hubiera dicho que se iba a deshacer entre sus manos. Y entonces me pasan algo que no creí que nunca volvería a ver, una reliquia del pasado: una hoja de papel carbón para que pudieran quedarse una copia de mi declaración. ¡Papel carbón!. Que levante la mano el que pueda decir que todavía conserva alguna hoja en casa. ¿Nadie?.

Y ahí me sueltan que escriba en Inglés lo que ha pasado. Y como no me dan más guía y yo me enrrollo que da gusto con los detalles le paso un folio entero con todo lo que se me pasaba por la cabeza en ese momento.

Me salto la parte en la que el policía decía que estaba todo bien excepto que donde decía "stolen" (robado) tenía que poner "missing" (perdido); estaba claro que el pavo quería escurrir el bulto y no dar ni chapa, que si lo he perdido es culpa mía y si me lo han robado tienen que buscarlo ellos. Me niego a firmar algo que no es cierto, se pone farruco, le pregunto su nombre y me da largas, le exijo que me diga su nombre y ¡se niega!. Pues eso, que después de mil batallitas y de pasar por tres "oficiales de policía" diferentes, por fin doy con uno que va enterito de uniforme y que sabe hacer su trabajo. Me deja poner "stolen" y me ayuda un poco con el informe explicándome qué es importante poner y qué no. Total: un par de horitas de nada.

Ya tengo el original de mi declaración, sellado por la estación de policia y con numeritos y datos oficiales (sonaría mejor sino estuviera manuscrito, con mi propia letra, en un trozo de papel que se ve que está cortado a cachos, pero bueno). Pues con ese papelillo cutre y una fotocopia de mi pasaporte que llevaba conmigo llevo titando desde entonces para moverme por el país. Sin problemas, y eso que en todos los hoteles te piden el pasaporte para poder darte una habitación, pero en cuanto ven mi papel de la police station, se cuadran como si lo hubiera escrito en letras de oro y cuela.
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Welcome to Kolkata!

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Mi segundo día de turistoide en la ciudad.
Para empezar con buen pie y tomar fuerzas, empezamos con un café de verdad en el Barista (no está mal y tampoco su chocolate caliente, en comparación con lo que te encuentras por aquí, claro...aaaaay, ¡¡echo de menos mi cafetera italiana!!!) y un paseo hasta el Victoria Memorial.

De camino nos encontramos con más manifestaciones en contra de la venta de las tierras. Resulta muy extraño ver tanta gente vestida de blanco portando banderas con la hoz y el martillo. Resulta que el Partido Comunista es históricamente uno de los más votados en Calcuta aunque ahora mismo se encuentran haciendo la oposición al gobierno nacional.



La multitud se va congregando en la explanada que está justo detrás del parque en el que paseamos, el Elliot Park, un pequeño remanso de verdor y limpieza en mitad del caos de la ciudad y por un momento me siento como en aquella película: El imperio del sol, en la que el chaval inglés jugaba con una cometa mientras a su alrededor se estaba desmoronando un país entero. Es una sensación extraña estar rodeado de tanto movimiento cuando no entiendes ni porqué protestan, ni contra quién, ni de qué va la historia; en España sabes más o menos a qué atenerte en cuanto ves los símbolos que porta cada uno pero aquí...y encima rollo comunista que casi te suena a libro de historia, te pilla bastante descolocado.

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Afortunadamente en este caso la cosa no era tan exagerada y sólo se trataba de una manifestación pacífica, multitudinaria pero pacífica, eso si no contamos como lucha con arma bacteriológica el hedor que iba dejando la muchedumbre a su paso, ya que los meones que aliviaban sus necesidades se contaban por docenas a ambos lados del gentío.

El día parecía que iba a ser tranquilo, pero todo lo contrario. ¿No íbamos de turistoides?, pues como un guiri tontorrón me dejé robar la cartera y el pasaporte al acercarme al grupo de gente que hacía cola para entrar en el Victoria Memorial. Nada más salir de la cola tuve la intuición de que la había cagado y efectivamente, al palparme el bolsillo (cerrado con tres botones y superseguro) descubrí que el pasaporte y la cartera habían volado. ¡Arghhhhhh!.

La culpa fué mía en parte, justo ese día jubilé los pantalones (ésos de los bolsillos con tres botones superseguros) porque tenían una raja enorme en la entrepierna y ya era completamente impresentable ir así por la calle (vamos, que ni los indios iban así) y al ponerme los nuevos, no me dí cuenta de que los bolsillos se cerraban con puto velcro en vez de con tres botones. Un blanquito se mete entre el gentío indio con un cartel que dice "róbame". Al grano, que me he tirado tres semanas viviendo en la India sin pasaporte ni documento identificativo oficial alguno.
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