miércoles, 13 de diciembre de 2006

Nada en mitad de la nada.

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Konark es como estar en mitad de la nada pero con playa y sin turistas occidentales, lo que quiere decir que no te acosarán a cada paso para comerte la oreja. Y eso es una gran ventaja. Es un remanso de paz en mitad de mi viaje para tomar el sol, tomar fuerzas y decidir qué hacer después.

El placer de poder bañarte en el mar en diciembre cuando sabes que en España se están congelando es incomparable. Con un sol que pica lo justo y mar bravío, con olas pero sin peligro, puesto que te puedes tirar andando quince minutos en el agua sin que llegue a cubrirte.



En Konark está además el Templo del Sol, un lugar maravilloso al que mis fotografías no hacen justicia, había una luz de atardecer muy romántica y apropiada pero completamente inadecuada para mi camarita. Este templo es muy conocido en India y hay por todas partes turistas indios que vienen, llenando a rebosar docenas de autocares turísticos, para pasar apenas unas horas en la zona, es decir, con el tiempo justo para no molestarme en la playita.

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