viernes, 24 de noviembre de 2006

Llegada a Delhi.

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Hay cosas que nunca cambian: otra vez me pilló el toro y yo haciendo la maleta en el último minuto, ¿por qué será que odio tanto hacer el equipaje si me gusta tanto viajar?; al menos lo imprescindible ya está preparado: ropa, aseo y medicinas, no me da tiempo a cargar en mi cacharrito mp3 la música que me apetece pero bueno, al fin y al cabo voy a uno de los países más interesantes del mundo, quizá no tenga tiempo para escuchar mi música occidental.

Mi plan de vuelo incluye tres aviones en un sólo día: Madrid-París, París-Delhi y hacer noche en el aeropuerto porque aunque llego a las 23.00 mi vuelo para Calcuta no sale hasta las 6.15 de la mañana. Vuelo hasta Delhi con Air France, y aunque parezca irrelevante es necesario hacerles mención en esta bitacóra para que aquellos que sigáis mis pasos (¡uf que pedante quedó eso!, mejor debería haber escrito: para aquellos que hagáis el mismo camino) sepáis a qué ateneros.

Los franceses se portaron genial, salimos con retraso de Madrid y no nos daba tiempo a hacer el cambio de avión en París, así que cuando ya pensaba que me tendría que quedar a esperar al siguiente (no hubiera sido la primera vez que me pasa en el Charles De Gaulle) una señorita de la compañía nos saca los primeros del avión y nos guía casi al trote hasta la terminal donde embarcábamos, colándonos en las larguísimas colas que había, con el consiguiente cabreo de los pasajeros que llevaban mucho rato esperando.

Ésa es la cara, la cruz fué que aunque en Barajas la gente de Air France me garantizó que podía facturar el equipaje hasta Kolkata, en realidad ERA MENTIRA, (después me enteré que hay mucha gente que ha perdido su equipaje por confiar que se lo llevarían hasta Calcuta). Menos mal que tengo esta mala costumbre de no fiarme de nadie (y menos si va de uniforme) y comprobé la cinta de equipajes al llgar a Delhi. Imaginad mi cara cuando veo que mi maleta ya llevaba un rato dando vueltas. De hecho estuve esperando bastante rato a que saliera una caja, que también había facturado, llena de medicamentos que me habían dado en Mundo Cooperante para la India, pero la caja no aparecía. Me dió por darme una vuelta y descubro que en un lateral, junto a la cinta de equipajes, algún operario había ido amontonando todas nuestras maletas (imagino que lo hacía para que la cinta no rebosara) pero como nadie se daba cuenta porque la cinta era bastante larga, estábamos todos esperando a que salieran maletas que hacía rato que ya habían salido.

La aduana fué otra pequeña odisea: la caja de medicinas les resultaba sospechosa y aunque llevaba documentación "oficial" de que contenía medicamentos sin valor comercial para una ONG de la India, el inspector de turno insistió en que la abriera. Yo accedí sin problemas siempre que me diera algo para cerrarla después, y como no tenía ni un mísero celo pues yo (cabezón como siempre) no le dejaba. El problema era que tenía que volver a facturar la caja hacia Kolkata y si me la abrían del todo no habría manera de evitar que se cayera todo su contenido mientras la subían o bajaban del avión.

Le convencí para que me dejara abrirla a mí y abrí un huequillo en un lado por el que el inspector podía meter la mano. No le hizo mucha gracía, pero como lo que a mí me sobraba era tiempo (seis horas hasta que saliera mi avión) le expliqué que podíamos quedarnos allí el rato que él necesitara hasta comprobar la caja entera. Estuvo un rato mareando y haciéndome una y otra vez las mismas preguntas pero al final me dejó marchar sin mayores problemas.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese policía pretendía abrir la caja que tanto me había costado cerrar? Vasmos estoy yo y no abro ni el huequito!! vamos hombre! Le podías amenazar con que lo había cerrado yo y que tengo muy mal genio...... peor del que pueda imaginar Grrrrr!