jueves, 30 de noviembre de 2006

De turistoide por la ciudad.

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Llevo ya unos cuantos días en Calcuta y entre unas cosas y otras apenas he tenido tiempo para visitar la ciudad. Vale que está bien empaparse de la realidad india a pie de calle, pero creo que con lo que ví por el momento ya tuve suficiente. Es hora de hacer de guiri puro y duro y pegarnos la pateada por los sitios turísticos típicos, que aunque parezca mentira Calcuta también los tiene.

Y ya que vamos de señoritos, nada mejor que empezar el día con un café de verdad, de los ricos, así que nada más salir hacemos parada de una horita en el Flury´s, una pastelería de Park Street que tiene unas cosas para morirse de ricas. Un oasis occidental en mitad de tanta locura india.

Y aprovechando que de camino pasamos por un mercadillo me compro una cadena y un candado. El candado para la habitación (debo ser el único que sigue usando el candado del hotel) y la cadena para asegurar la maleta cuando viaje en tren. Puede parecer un poco salvaje lo de ancadenarse a tu propio equipaje, pero por lo visto incluso los indios lo hacen, y claro, con viajes de quince horas pues no es plan no echar ni una cabezadilla.

Nuestro primer objetivo del día es visitar el Mercado de las flores. Y como somos novatos y todavía tenemos ganas de caminatas nos lleva un par de horas llegar (y cruzar varias veces el mismo puente pero eso fué sólo un despiste). Al final lo más interesante fué precisamente el viaje. Cruzamos por un parque enorme y luego por la zona "seria" de la ciudad, llena de edificios oficiales, el Ayuntamiento, los juzgados...Muy curioso pasar por la calle de los "escribanos", por lo visto no es muy habitual el escribir a máquina y hay una hilera completa de gente con máquina de escribir pasando a formato oficial los borradores que les pasa la gente. Imagino que no les aceptarán documentos manuscritos.

El mercado de las flores un poquillo decepcionante, muy a lo indio, mucha suciedad y pocas flores, aunque luego nos enteramos de que cuando llegamos (a media mañana) ya estaba casi todo vendido, para verlo en su apogeo hay que madrugar. Aún así salió alguna foto chula. Una curiosidad india fué que nos prohibieron hacerle fotos al puente (no teníamos ninguna intención de hacerlas), imagino que creen que podemos copiar su tecnología de estructuras o qué sé yo.

Después pillamos un taxi (ya habíamos caminado de sobra entre los coches) hacia el Botanical Garden. Un remanso de paz en la bulliciosa Calcuta. Sin bocinazos ni cuervos, rodeados de miles de especies naturales y con la higuera de bengala más grande de la que se tiene noticia en la India. Yo pensaba que banyan significaba bananero, pero no, fake friends again. ¿Era esto aquello que me mandaste por email, Sigfre?. El rollo es que la higuera es completamente diferente a cómo te la imaginas. Te dicen la higuera más grande de India y enseguida visualizas un árbol altísimo con un tronco de varios metros de diámetro. Y lo que te encuentras es un bosque de arbolillos y no te cuadra nada. Luego te explican que de la higuera (cuyo tronco principal ya ni siquiera existe porque hace más de cincuenta años se la cargó un monzón) salen miles y miles de raíces aéreas, esto es, ramas tan grandes como troncos que buscan de nuevo el suelo para echar raíz. El efecto global es muy curioso, un techo de ramas del que salen brazos buscando el suelo.



Nos tiramos tres horitas paseando por allí, y como era un día laboral tuvimos el parque para nosotros solos. Por cierto, para los que se aventuren a venirse a Calcuta: el bus C6 te lleva directamente por ocho rupis y se coge en Park Street (sale de Esplanade, pero desde Sudder Street pilla mucho más cerca Park Street).

Entre unas cosas y otras el día pasó volando. Me voy corriendo a New Light que hoy hay cena con todos los voluntarios y copita en casa de Urmi. Mientras llegaba a New Light cogí la calle paralela a la que tenía que coger porque me habían asegurado que allí podía comprar una botella de vino; los que hayáis seguido esta bitácora ya sabéis que lo de las calles paralelas equivale a perderse seguro. Porque no hay calles paralelas durante mucho rato. Al final volví a perderme (esta vez hubiera sacado la brújula pero me la olvidé en casa) y no sé como aparecí a una estación de metro de distancia.

Lo bueno que tiene la India es que aquí nunca hay prisa para nada así que conseguí llegar a tiempo antes de que todos se fueran a cenar. El resto de la noche fué muy, muy agradable: tapas, cervezas y vinitos (el que llevé yo estaba horrible, era indio y no tenía ninguna referencia...aunque me lo podía haber esperado, pero afortunadamente alguien había traido en la maleta un buen vino español que me quitó el mal sabor de boca). Una tertulia muy amena sobre las circunstancias que habían rodeado a New Light desde su creación (algunas historias que no conocía me dejaron sorpendido y escandalizado) y luego en rickshaw hasta el restaurante.

No me había montado en rickshaw todavía porque tengo un pequeño problema con eso de ir montado en una carreta que alguien va arrastrando a la carrera por sus propias fuerzas (ya sea a pedales o directamente corriendo). Por un lado hay que pensar que el pobre hombre se está ganando la vida así y que usando su rickshaw le ayudas a conseguir dinero para comer, pero me hace sentir un señorito hacer que alguien corra para que yo no camine. Supongo que el problema es que sigo mirando la India con ojos occidentales y ahí surge el choque cultural. No sé, soy plenamente consciente de mi condición privilegiada por haber nacido en uno de los países del llamado primer mundo y que aunque lleve un tiempo viviendo aquí seguiré siendo un occidental sin posibilidades reales de integrarse completamente, pero de alguna manera ya siento una empatía hacia este país que hace que me resulte incómodo el tema de los rickshaws, me siento como un pequeño burgués o algo así.

La cena muy, muy rica. Un restaurante indio con categoría en el que además de comer podías pedir alcohol para beber (algo inusual en los pequeños restaurantes en los que solemos comer).
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miércoles, 29 de noviembre de 2006

Visita a Kabardanga.

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Hoy es un día intenso: Calighat por la mañana y Kabardanga y New Light por la tarde. Y por si fuera poco, además mudanza. Estoy contentísmo, me mudo a una de las habitaciones dobles de arriba, con tres ventanas y otra más en el baño (¡tengo baño propio!), mogollón de luz natural y encima me libro de los coreanos porque mi nueva habitación da a la terraza tranquila. Y como nuevos vecinos tengo a las enfermeras de New Light, ¡genial!.

Kabardanga es un pequeño pueblo a las afueras de Calcuta donde un cura indio católico, el Brother Xavier, ha montado un orfanato. Su historia impresiona: hace años presenció en la calle cómo un hombre vendía a su propia hija y antes de que pudiera reaccionar ya la habían metido en un coche y se habían ido. Entonces decidió dejarlo todo, vender sus coss y comprar un terreno para montar el orfanato con una pequeña escuela donde educar a los chavales.

Yo me enteré de esta historia a través de una ONG española, Luces Rojas, que se creo hace poco más de un año para recaudar fondos para el proyecto del Padre Xavier. En Luces Rojas se están moviendo muchísimo y ya han conseguido subvenciones de Energía Sin Fronteras y recientemente han logrado que General Electric India se implique en un proyecto de análisis y depuración de aguas en la zona de los Sunderbans, al sur de Calcuta. En esta misma zona ya han realizado tareas de desarrollo sostenible mediante la instalación de paneles solares que permite dotar de luz a un pueblo que hasta entonces no contaba con electricidad. Yo no pertenezco a ninguna ONG pero la gente de Luces Rojas me encargó ciertas tareas que necesitaban que alguien hiciera sobre el terreno.

Impresiona llegar hasta allí. Calcuta es una ciudad enorme que se va extendiendo sin parar, Kabardanga está a las afueras y es medio selvático: palmeras, ríos y muchísima vegetación rodean las pequeñas edificaciones. De banda sonora siguen los claxones de los coches y los graznidos de los cuervos pero aquí todo es diferente, es muchísimo más tranquilo.



Entre unas cosas y otras llegamos muy tarde y apenas pudimos charlar media hora con el Padre Xavier, que se acostaba muy temprano porque se iba de madrugada a las Sunderbans, pero la visita resultó muy eficiente: una de las tareas que llevaba encargadas ya está resuelta. Luces Rojas se ofrecía a financiar a un profesor de español para los chavales; la idea es proporcionarles una educación que les permita desenvolverse por ellos mismos en el futuro y los pocos guías indios que hablan español viven bastante bien. No sólo conseguí encontrar un español que les diera clase durante los próximos cinco meses sino que además el chico se ofrecía voluntario. Lo conocí en Calighat, donde lleva un mes yendo a ayudar. Así que por la mañana Madre Teresa y por la tarde Kabardanga. Si lo que quería es un cambio de vida radical lo ha conseguido.
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De "mirón" en Calighat.

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Desde que llegué a Calcuta me ha sorprendido mucho la cantidad de gente que se ha venido hasta aquí para pasar varios meses como voluntarios en alguno de los centros de la Madre Teresa, así que, en parte por interés personal y en parte por motivaciones pseudo-periodísticas de investigación he decidido pasar un día con ellos. ¿Quién sabe?, lo mismo descubro una vocación altruista inesperada dentro de mi personalidad práctica y egoísta, aunque la verdad, lo dudo mucho. O quizás enciendo en alguno de los que me lean las ganas de venirse para acá.

Los que me conocen saben que cuando me embarco en algún nuevo proyecto tiendo a ser "digital", cero o uno, todo o nada, así que si hoy voy en plan voluntario abnegado me comeré el pack completo: comenzando con una misa en la Mother House a las seis de la mañana (al más puro estilo de los reportajes "sombra" de Juan José Millás).

Estoy todavía algo desorientado, el estar en un país tan diferente, con unas costumbres tan alejadas de las mías hace que el jet-lag se alargue durante varios días. Y el hecho de llegar a Calcuta sin dormir en dos días forzó que al siguiente durmiera hasta bien entrada la tarde y arrastro pequeños desequilibrios de sueño. El caso es que esta noche estaba completamente desvelado y entre que me acosté tarde, que no podía dormir y que tenía que levantarme temprano, al final no dormí ni una hora entera. Pero no estaba cansado, supongo que por la curiosidad de descubrir lo que me esperaba al día siguiente.

Salgo a la calle a las seis menos cuarto de la mañana y flipo: desde que llegué, Sudder Street había sido para mí sinónimo de caos y ruido, taxis, rickshaws y muchísima gente en la calle, comiendo, lavándose, cargando fardos enormes en la cabeza...ahora parece otra, está completamente en silencio (excepto los putos cuervos, claro), no hay ni un alma, ni un coche, todos los chiringuitos y tiendas cerrados, parece más grande incluso. Sólo por haber visto esta calle dormida ya ha merecido la pena el madrugón.

La misa un poco como todas (que me perdonen el cinismo agnóstico aquellas personas religiosas que me lean), peroratas interminables sobre hacer el bien, monjas cantarinas (voces muy bonitas, la verdad) y un cura muy gracioso pero un poco pesado lanzando un sermón menos apocalíptico de lo que imaginaba entrecortado por el ruido de una Calcuta que ya se va despertando. La Mother House da justo a una carretera de tres carriles en cada sentido (o quizá son sólo dos, pero los indios hacen milagros conduciendo) y el tranvía hace un ruido metálico horroroso, que hace que el cura tenga que esperar a que haya pasado para poder seguir hablando. Lo único que me gustó es que la misa fué en una habitación muy humilde, sin los dorados o las fastuosas decoraciones a las que nos tienen acostumbrados en las iglesias occidentales que siempre me han parecido una contradición, la verdad.

Tras la misa, desayuno para todos los voluntarios y la sala se llena completamente, no sé si la mayoría no son religiosos o si sencillamente prefieren dormir una hora más y no tener que soportar la misa, pero el caso es que la mayoría se la han saltado y han ido al desayuno directamente.

Tras el desayuno cada uno se va a su centro y yo me uno a unos españoles que iban a Calighat, el centro de los enfermos terminales. Allí tanto los enfermos como los voluntarios están separados, hombres por un lado y mujeres en el otro. Nada más llegar se les reparte el desayuno y se les recogen los cacharros cuando han terminado. Hay unos sesenta hombres y la verdad es que me resulta menos duro de lo que imaginaba. La verdad es que pensaba que iba a tener más aprensión pero están tan delgados y frágiles que inspiran instintivamente una ternura infinita. Aún así, soy consciente de mis limitaciones personales y cuando llega la hora de lavarlos me voy con el grupo de la lavandería (hay que ser coherente en esta vida, y lo que no haría en España tampoco tiene sentido venir a hacerlo a India). Un par de horas pasan volando entre que fregamos los cacharros, lavamos la ropa, la escurrimos y la subimos a secar a los tejados del edificio. A las 10.00 descanso para tomar otro desayuno y a recoger la ropa, que con la solana que está cayendo ya está completamente seca.



Las fotos son del tejado, con el Cali Temple al fondo y el resto panorámicas desde la terraza de Calighat.

Antes de las doce ya hemos terminado ya la verdad es que me siento satisfecho. Quizá mi ayuda es muy pequeña pero me he sentido útil, como aportando un pequeño grano de arena. Creo que podría entender porqué la gente que se siente desubicada en la locura de la sociedad de consumo occidental se puede enganchar a esto. Simplificar nuestra rutina: el reconocimiento de las monjas y en la mirada de los enfermos a una labor altruista unido a la satisfacción que da realizar un trabajo físico (sencillo pero cansado) puede aportarles un sentido a sus vidas.

Puede que mi mirada sea un tan superficial; no quiero olvidarme de que también puede haber gente que desde una motivación profunda y sincera venga aquí para darse a los demás de una manera completamente desinteresada, pero esa gente me interesa menos desde un punto de vista sociológico o antropológico incluso. Tienen su fé inquebrantable y los caminos del Señor son inexcrutables y ya está. Me interesa más conocer las motivaciones de gente más cercana a mí. Sin un sentimiento religioso y con los defectos que creo que tenemos ya la mayoría que vivimos en una sociedad de comida rápida: somos egoistas por naturaleza excepto con nuestro círculo más próximo, exigentes, ambiciosos y aburguesados. Y sin embargo algunos de ellos, malcriados por las comodidades occidentales, de repente lo dejan todo y se vienen a la India. De verdad que me parece mentira.

martes, 28 de noviembre de 2006

Días extraños.

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No sé qué me pasa desde que llegué aquí, acabo siempre reventado de cansancio y eso que no todos los días me pego pateadas importantes. Mi teoría es que se debe al desgaste acústico.

A menos que duermas con tapones(¡qué gran idea haberlos traído!) los putos cuervos te despiertan con sus horribles graznidos a las 5.30 de la mañana. Aunque quizá debería usarlos de despertador, porque a las 17.30 ya es de noche y el día se te pasa en un plis si te levantas tarde. Y la verdad, aunque sean únicamente las ocho de la tarde, como hace más de dos horas que oscureció, el cuerpo ya te pide cama.

El otro gran sufrimiento en esta ciudad son los claxones. Aquí todo el mundo tiene intermitentes pero nadie los usa, el sistema de establecer la preferencia, además de la de siempre: el más grande pasa el primero, es tocar el claxon repetidas veces.
Así, un simple paseo al New Market se convierte en un videojuego. Claxón: salta a la izquierda mientras esquivas el rickshaw que se ha metido por dónde nunca hubieras imaginado. Claxón-claxón-claxón: ¡ups!, amenaza triple, estoy rodeado, transformación instantánea en anguila para esquivar los autorickshaws, el taxi y el camión, y así todo el rato. Para volverse loco, vamos; está siendo una experiencia salvaje lo de aterrizar en Calcuta pero creo que la semana que viene estaré impaciente por salir de aquí.

Quizá desviarme un poquillo al sur antes de viajar a Varanasi sería una buena idea, a la provincia de Orissa, en la costa de Puri, con playitas pequeñas pero limpias. Un paralelo y medio por debajo de Calcuta, así que si aquí estamos en camiseta lo mismo allí te puedes bañar.

En realidad, si no te puedes bañar me da un poco igual, a estas alturas me conformo con arena/rocas limpitas, un poco de solete acariciánme la piel y de banda sonora las olas con su eterno murmullo.



Creo que se me olvidó comentar lo del candado. Aquí todas las habitaciones se cierran con un candadazo rollo medieval que te proporcionan en el hotel, pero en realidad todo el mundo usa el suyo propio para cerrar la habitación, así que durante tu estancia, nadie, excepto tú, puede entrar para nada. Esto me deja un poco más tranquilo, la puerta con mi cerrojo y mi mochila con otro más, pero creo que nunca hubiera imaginado que en un hoel te permitieran hacer algo así.

Hoy ha sido un día especialmente caótico, había quedado con un español que me iba a llevar al orfanato de Kabardanga (tengo algunos recadillos que hacer allí de parte de la ONG Luces Rojas de Madrid) pero cuando me desperté ya era muy tarde. Lo curioso es que luego nos encontramos y ninguno de los dos había aparecido y nos dimps plantón mutuamente. Otra vez la India que te cambia todos los planes.

Menos mal que por la tarde vuelvo con los críos de New Light, sino el día habría pasado en blanco.



Una simple silla giratoria se transforma en el juguete preferido de los chavales cuando la hago girar a toda velocidad (¡qué mareo!).
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lunes, 27 de noviembre de 2006

Un día normal en mi nueva ciudad de adopción.

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Amanece en Calcuta y me hago el remolón, que para algo estoy de vacaciones y además mis "obligaciones" con los enanos de New Light no comienzan hasta las 17.00 (antes de esa hora están en el colegio). Pero tampoco puedo excederme, que si quiero conseguir mudarme a otro sitio hay que hacer la ronda de los hoteles bien tempranito, a las 10.00 es el check-out y es el momento perfecto para encontrar habitaciones libres.
A la primera encuentro una habitación doble en el Hotel Paragorn, (las individuales son casi imposibles de encontrar y además no tienen baño dentro de la habitación) a un minuto del Hotel María y en mitad de todo el jaleo de gente, como a mí me gusta.

Es un desastre de habitación: no tiene baño y tengo que usar el comunitario. Es un pequeño zulo en la planta baja en el que la única ventana da precisamente al patio donde se reúnen los coreanos durante todo el día para comer, tocar las guitarras indias o simplemente hacer botellón. Pero estoy contento porque al menos esta limpio. Aunque el concepto de limpieza en la India es relativo, aquí se refiere más bien a que no hay olores insoportables y que no hay nada vivo en la habitación además de yo mismo. Vamos, que en España nunca habría estado en un sitio así pero aquí es lo que hay. Bueno, hay otras opciones pero son más caras y la verdad, yo nunca he sido demasiado escrupuloso.

Es extraño, no recuerdo si ya lo comenté antes (no pienso releerme mi propio blog) pero desde el primer momento me he sentido agusto en esta caótica ciudad. El barullo y la locura intrínsecas de Estambul y los olores de La Habana, el olor a comida, a gente, a decadencia... mezclados por supuesto con un ingrediente picante que sólo la India puede aportar. Dicen que el resto del país no tiene nada que ver con Calcuta, y que la impresión de choque cultural es mucho más intensa si empiezas el viaje desde aquí. La verdad es que en un principio ni siquiera pensaba incluirla en mi itinerario, me alegro de haber cambiado de idea.

Impresiona la cara que te muestran las calles, la palabra "decadencia" se queda corta. No es que los indios no se hayan molestado en cuidar las infraestructuras y los edificios que dejaron los ingleses, si no que es casi como si nada de eso fuera con ellos aunque forme parte de su propia historia. Y supongo que ésa precisamente es la principal razón que hace único este país. Una cultura y una historia riquísima, con una manera de pensar y de vivir que poco o nada tiene que ver con el resto y sin embargo no pudo evitar fusionarse (o ser absorbida, al menos en parte) con otra cultura radicalmente diferente.

Unas panorámicas de Calcuta desde el bar "Blue & Beyond" (conocido por casi todos como el 9th floor por estar en el noveno piso) en la azotea del hotel que está en frente del New Market:



Pensar en Estambul (mi referencia más cercana) siempre me sugiere contrastes, caos armónico, belleza hostil...Pero para entender Calcuta hay que ir un paso más allá, hay que mojarse y vivirla de cerca para empezar a intuirla. Calcuta es visceral. Es como un inmenso elefante que se resiste a morir. Citando a Hernán Zin, que sabe de Calcuta muchísimo más que yo (buscarle en Google, su historia es impresionante): "Calcuta es una espiral que nos absorbe, es un barco con las velas desplegadas dispuesto a partir pero que nunca saldrá del puerto".

Perdonad las divagaciones, me he dejado llevar. Suele pasarme desde que llegué aquí, tienes unos planes en la cabeza pero sin darte cuenta las circunstancias te los cambian siempre. Creo que es mejor no resistirse y dejarse liar.

El título del post era "un día cualquiera en mi nueva ciudad de adopción" y como no me apetece cambiarlo voy a intentar ceñirme al tema, aunque un día normal lo que en realidad hago es divagar mentalmenteacerca de los estímulos que me muestra la ciudad. Como tengo las mañanas libres suelo emplearlas en patearme las calles, en perderme y ver que encuentro. Dado que mi sentido de la orientación es posiblemente el peor que se haya conocido en toda la historia de la humanidad, me limito a echar a andar en líneas más o menos rectas durante horas mientras sea todavía de día para volver por el mismo camino (cuando intenté volver por la calle paralela inevitablemente me perdí). O recorridos en espiral, perfectos para ir ensanchando el área conocida sin acabar completamente desorientado.

Durante casi una semana me he sentido embotado. casi incapaz de escribir. Creo que ha sido necesario un proceso de adaptación. Si no físico, sí mental. Necesitaba distancia para poder escribir. Demasiados estímulos. Demasiada gente nueva que conoces cada día.

De todas maneras, la realidad que estoy conociendo de Calcuta no es sino una isla, estoy en un barrio rodeado de gente que ha dejado su país durante meses para irse a vivir a una ciudad completamente anárquica. Gente abierta con ganas de conocer otras personas, otras maneras de pensar, nuevos discursos. Hay de todo claro, iluminados en posesión de la verdad absoluta y listillos de segunda, pero en general cada uno va a su aire, respetando las motivaciones de los demás aunque no tengan nada que ver con las propias. Como muestra un botón: en mi primera noche en el Paragorn me tomé unas cervezas con un nepalí, una norteamericana de Florida y un finés (¿o se dice finlandés?).

Resumiendo: por las mañanas durmiendo y paseando, por las tardes en New Light con los críos y por las noches intentando satisfacer mi curiosidad: ¿qué hace que gente tan diferente de todas partes del mundo acaben en el mismo sitio?.
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sábado, 25 de noviembre de 2006

Welcome to New Light!

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El caos con que escribo este blog hace que haya pasado casi una semana desde que aterrizé en Calcuta, así que no recuerdo exactamente mis primeras impresiones de New Light. Recuerdo que la llegada me impresionó, el camino desde el metro (en Calcuta tienen un metro estupendo, aunque sólo sea una línea) me mostró una visión diferente de la ciudad.

Menos ruido y menos jaleo que en Sudder Street pero igualmente bullendo vida y actividad por todas partes, cantidad de gente hablando en la calle, sentada en los bordes de las entradas a las casas, arreglando una moto en mitad de la calle...

La primera vez que llegas a New Light siempre piensas "¡Dios mío, ¿dñonde me estoy metiendo?", porque desde Calighat Road, que es una de las calles comerciales con más actividad que me he encontrado desde que llegué aquí, tienes que meterte por un callejón tan angosto y oscuro que ni siquiera lo ves cuando te dicen por dónde girar. Y dentro impresina bastante, un sub-barrio entero dentro, con el pequeño espacio estre las casas sirviendo de calles para poder moverte. Y al final de la "calle", ves un letrero luminoso contrastando con la oscuridad que te envuelve, puesto que a las 17.15 ya es siempre noche cerrada). Muy gráfico, como dijo Lara una vez, el cartel de New Light es una metáfora de las actividades que realizan, iluminando las zonas más oscuras, las que nadie quiere ver.

Y por fin los niños. Muchísimos niños por todas partes. Jugando, peleándose, gritando...los más pequeños dibujando y los mayores haciendo deberes. Nada más llegar ya me ví atrapado por un par de nenas que se te agarran a las piernas y ya no puedes escapar. Así que, casi sin presentarme ni con tiempo para que me enseñaran nada me metí de lleno a lo que había venido a hacer, a pasar el mayor tiempo posible con los críos, que aunque no me entiendan (ninguno habla Inglés y mucho menos Español) te comprenden perfectamente cuando les explicas algo por gestos y, lo más importante, agradecen el cariño que les das como sólo los niños saben hacerlo. Estos niños son además especialmente receptivos a las muestras de cariño, supongo que por las díficiles situaciones les ha tocado vivir.


Al final del día estaba tan cansado que dormí como un bebé. Tocaba recuperar sueño y darle un descanso al cuerpo y lo hice: ¡me levantaría al día siguiente a las cuatro de la tarde!.
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New Light

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Bueno, y ahora una entrada eminentemente técnica para que sepáis de qué va todo esto de New Light:

Para aquellos que estéis más interesados:
web site: www.uddami.org/newlight/
email: newlight@india.com


El objetivo de New Light es promover la igualdad de género a través de la educación y la formación así como reducir el daño causado por la violencia contra las mujeres y niños.

La sede se encuentra en Kalighat (Ward 83) en Kolkata, a cinco minutos andando de Nirmal Hriday, la casa de la Madre Teresa para enfermos terminales, en uno de los más antiguos barrios rojos (áreas con una elevada tasa de prostitución) de la ciudad. New Light es una organización laica sin ánimo de lucro que ha creado un lugar donde proteger y educar niños y especialmente chicas jóvenes en edad de riesgo (las niñas de según que zonas suelen verse obligadas a prostituirse en edades en torno a los doce años). El programa ha estado funcionando en los últimos seis años y proporciona un lugar seguro, oportunidades educativas, facilidades recreativas, cuidados médicos y ayuda legal para los niños, chicas y mujeres de su comunidad.

New Light no está involucrada con ningún grupo político y no aboga por la legalización de la prostitución. Se basa en la creencia de que la mayoría de las mujeres relacionadas con el comercio sexual son víctiams de sus propias circunstancias y elegirían una vida completamente diferente si tuvieran la oportunidad de hacerlo.

New Light ha desarrollado también un proyecto de desarrollo con especial atención en la prevención, cuidado y tratamiento del SIDA. Mujeres de todas las comunidades religiosas están invitadas a tomar parte en este programa.

Los principales programas de New Light son:

1.REFUGIO SEGURO.
Situado en la azotea de uno de los templos de la zona, está operativo las 24 horas del día, los siete días de la semana. Funciona también para que todos los niós de la comunidad puedan venir a jugar, leer, trabajar con el ordenador o simplemente relajarse después de pasar un duro día fuera.

2.ORFANATO.
Es el primer orfanato que opera en un barrio rojo que acoje niños de al menos tres meses de edad. La fuerza de New Light reside en sus horarios que ofrece a los trabajadoras del sexo la oportunidad de dejar a sus hijos custodiados de manera segura por sus cuidadores. 25 niñas en edad de riesgo de sufrir abusos usan el orfanato como un refugio seguro donde pasar la noche.

3.OPORTUNIDADES EDUCATIVAS.
Los niños disponen de educación correspondiente a guardería, educación primaria y superior. Además, como educación complementaria, se enseña Inglés y otros idiomas extranjeros a los niños mayores de diez años. Cuatro profesores experimentados les ayudan con sus tareas del colegio con especial énfasis en Matemáticas y Ciencias.

4.SOMA HOME.
En julio de 2005 New Light comenzó con unas instalaciones residenciales para niñas en edad de riesgo para evitar que fueran objeto de abusos. La casa fue llamada soma en memoria de una pequeña niña que murió prematuramente debido únicamente a la falta de atención médica.

5.REFUGIO PARA LOS DALIT.
Un centro multifuncional se ha comenzado para los niños "intocables". Los dalit o intocables son la más bajo son la casta inferior en la India, se les ha llamado tradicionalmente intocables porque se ocupan de las cremaciones de los cadáveres. Hay 35 estudiantes en el nuevo centro con dos profesores y dos cuidadores y reciben los mismos servicios que los niños del orfanato.

6.CUIDADOS MÉDICOS.
Todos los niños han sido vacunados para la Hepatitis B y MMR. Las vacunas y otros gastos están patrocinados cuando son necesarios. La clínica New Light está operativa cinco días a la semana con visitas de un médico general, un pediatra y un ginecóloco.

7.NUTRICIÓN.
Todos los niños atendidos en el centro reciben una cena completa cada noche cuyo menú cambia cada día de la semana. Alguno sniños con especiales necesidades nutricionales reciben comida regularmente.

8.MICROCRÉDITOS.
Un grupo de mujeres ha recibido pequeños préstamos para empezar sus propias empresas. La respuesta ha sido recibida muy positivamente dando valor a más mujeres a unirse en grupos de autoayuda.

Kolkata: aterrizando en la ciudad de los cuervos.

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Mi primera impresión de la ciudad es dificil de describir. Tantísima gente. Tantos colores intensos. ¡Tanto ruido!. Aunque parezca mentira, a mi vuelta Madrid me va a parecer una ciudad tranquila y silenciosa en comparación. Aquí usan el claxon en vez de los intermitentes así que lo habitual es que cada coche pite cada quince segundos más o menos. Y su manera de conducir es salvaje. Recuerdo que me impresionó cómo conducían en Estambul, pero los indios son mucho peores. Bueno, en realidad son buenísimos conductores, porque hace falta muchísima destreza para realizar las maniobras imposibles que hacen continuamente y conseguir pasar a milímetros del coche de al lado sin chocar. Eso sí, ningún coche tiene retrovisor externo porque no le duraría entero ni media hora.

Es impresionante la cantidad de gente que hay en todas partes, bulle vida y actividad en cualquier rincón. Aquéllos arreglando un radiador de coche en mitad de la acera. Otros enjabonándose todo el cuerpo aprovechando una fuente pública en mitad de la calle. Los hay que comen, que caminan, que piden, que esquivan coches, que van en bicicleta, en moto, en rick-shaw (una especie de carricoche en tres versiones a motor, a pedales con la parte delantera de una bici enganchada y un indio pedaleando y la más dura: la carreta que arrastra un indio con sus propias fuerzas).

La primera vez que te plantas tú solo en el centro de Calcuta impresiona mucho. Sobre todo si vas cargando con todas tus cosas, que parece que sólo te falta un cartel que diga "acabo de llegar". No sientes inseguridad pero te sientes observado. Todo el mundo te mira, de una forma muy directa, sin medias tintas, de arriba a abajo sin disimular. De una forma con la que nadie mira en España salvo quizá, los niños.

Y si tu primer contacto es además en Sudder Street la sensación es aún más intensa. Ahora me encuentro continuamente con guiris de cualquier rincón del globo en Sudder St. pero cuando llegué por primera vez me dió la impresión de ser el único blanquito en muchos kilómetros a la redonda.

Los hoteles de Sudder son un refugio para el viajero, no tanto por la calidad del hotel (en España no te meterías en un sitio así ni de coña) sino por la gente que se hospeda, la inmensa mayoría gente joven que han venido a Calcuta a pasar una temporada como voluntarios, casi todos con la Madre Teresa. Los hay que pasan cortas temporadas aquí, de dos o tres semanas pero hay muchos que vienen para quedarse unos cuantos meses. Algunos incluso es la segunda o tercera vez que vienen (conocí alguno que llevaba ocho años viniendo a Calcuta seis meses, pero eso ya es un caso excepcional).

Hay gente de todos los rincones del globo y muchos españoles. Es curioso que en todos los países en que estuve siempre me encontré que los españoles que estaban por allí formaban piña, se relacionan con el resto de la gente por supuesto, pero tienden a formar "gueto" entre ellos. Aquí pasa un poco lo mismo, sobre todo en el Hotel María que está llenito de españoles.

Hay muchos hoteles en Sudder, pero llegué en un momento en que estaban todos llenos y al día siguiente dormí tanto para recuperar los dos días que llevaba sin dormir (una noche en vela haciendo la maleta y la otra con todo mi equipaje en el aeropuerto de Delhi esperando que amaneciera para coger mi vuelo a Calcuta) que me levanté casi a las cinco de la tarde y claro, a esa hora no hay forma de encontrar habitación.

Afortunadamente un contacto que llevaba desde España me "invitó" a dormir en su habitación hasta que encontrara cuarto. La situación fué un tanto extraña, porque era un cuarto de cuatro personas en el que sólo dormían dos españolas (siempre había estado ocupado por cuatro personas, pero justo el día antes de mi llegada dos se habían vuelto para casa). En principio a mí me resultaba lógico que pasara a ocupar una de las camas, pagando la parte proporcional del cuarto, por supuesto, pero por lo visto ellas preferían no compartir más y querían pasarse el resto de su estancia con el doble de espacio y el doble de camas de las necesarias aunque también tuvieran que pagar el doble. Bueno, aunque a mí me parezca absurdo, (si hubiera sido una doble lo podría entender perfectamente, prefieres no compartir pero pagas una doble porque las individuales no tienen baño, pero si ya estaban compartiendo no entiendo que no dejen meterse a nadie más) pero bueno, allá cada uno con su forma de hacer las cosas, así que sólo me quedaba agradecerles que me acogieron un par de noches hasta que encontré mi propio cuarto. El colmo de lo cutre vino cuando a la semana me pidieron pasta por haber dormido con ellas. Si no querían compartir se supone que estaba "invitado" en su casa, como cuando le dices a un colega que pase la noche en la tuya. Nunca se te ocurriría cobrarle por la mañana.

Mi primera habitación en Calcuta:



Este tipo de situaciones las viví unas cuantas veces más. Me he encontrado con gente que alardea de ser voluntarios con la madre Teresa de Calcuta pero que luego no son solidarios con el que tienen al lado ni en el más pequeño detalle. Gente que farda de cooperante y desprendido pero que te dejarían tirado a la primera de cambio, una hipocresía y doble moral que me deja muy descolocado. ¿serán conscientes de sus propias incoherencias?. Son probablemente minoría pero te hacen desconfiar de las verdaderas intenciones de los demás. Afortunadamente luego me encontré con gente que vale tanto (saludetes desde aquí a Berta, Luchi, Lara y compañía) que te hace olvidarte de esa gente de la que nunca me fiaría.

Mi situación era un tanto extraña además, puesto que yo no me considero voluntario, sólo he venido un par de semanas a Calcuta para echar una mano con los niños de New Light pero enfocando desde una perspectiva más personal que altruista en cuanto que la experiencia me iba a enriquecer mucho por la gente que sabía que iba a conocer, por la satisfacción de estar trabajando con niños, (que te ensanchan el corazón) y porque en el fondo me daba la posibilidad de sentir la "realidad india" al pasar en la ciudad una estancia más larga de lo normal de lo que estaría un turista cualquiera. De hecho, un turista estándar ni siquiera hubiera pasado por Calcuta.

Mis primeras impresiones de la ciudad:


La última era una foto de unos niños volando una cometa, símbolo de que la vida siempre se abre camino (aunque sea a mordiscos) frente a la adversidad. Casi no se ve a los niños (se agacharon en ese momento pero están en la azotea del edificio) y la cometa sale justo de perfil así que como nos os lo imaginéis...pero he puesto la fotografía como símbolo de que no importa cuáles sean tus planes en Calcuta, al final la ciudad decide por tí y te los cambia en el último momento, como decía Günter Grass (creo): "Calcuta caerá sobre tí, ¡y de qué manera!"

Así estaba, recién llegado a Calcuta, con una mentalidad más de observador que de voluntario, intentando descubrir qué se movía debajo de tanto caos. Aunque estaba terriblemente cansado no pude irme a dormir, es casi imposible para un recién llegado: tantos estímulos, colores chillones, sitios que ver y gente que conocer me mantenían despierto así que me fuí directamente para New Light aunque ni siquiera había tenido tiempo para echarme una siesta.
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Llegada a Calcuta.

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La sala de espera del aeropuerto de vuelos domésticos de Nueva Delhi es completamente distinta a todas las que he pisado hasta ahora. Hay muchísima gente sentada en sofás de colores horribles cuyos muelles se te clavan como si no hubiera tela de por medio. Me da la sensación de estar en una película, en la consulta ilegal de un médico sin licencia ni carrera que va a realizar alguna operación peligrosísima sin tener siquiera los intrumentos adecuados. Supongo que es una descripción muy extraña, pero me podía imaginar perfectamente al medicucho de los simpson saliendo por una de las puertas con las manos ensangrentadas preguntando por el siguiente paciente.

Creo que me dormí en el avión antes incluso de despegar, de tan cansado que estaba y me desperté cuando ya estábamos aterrizando, a tiempo para tener una primera impresión de la India desde las alturas. Para mi sorpresa, era como medio selvático, con palmeras y ríos por todas partes rodeando las casas, aunque luego ya me dí cuenta de que éso eran las afueras de la ciudad únicamente.

A partir de este momento todo ha sido relativamente fácil para mí en la India: sin problemas con las maletas (Pilar, fliparías con la cinta de recogida de equipajes, a 20 metros de la calle y toda la terminal diáfana, sin paredes, jajajaja, antes de pillar mi maleta ya podía ver la gente y los taxis y todo el barullo indio).

Prepaid taxi por 200 rupis para una hora de trayecto y a flipar con lo que veía desde la ventanilla.

Calcuta: primeros contratiempos.

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Medianoche. Cuando llegas a Delhi desde otro país y piensas seguir viajando dentro de India tienes que cambiarte a la terminal de vuelos domésticos que está en OTRO AEROPUERTO a 15 km. Bueno, pues se coge el shuttle bus del aeropuerto que haga el rceorrido y punto, ¿no?. Casi, en la India, para un recién llegado, las cosas funcionan diferente.

Le pregunto a un tipo con uniforme (digo yo que él sabrá) y me cuenta que he perdido el último autobús y que el siguiente no saldrá hasta las siete de la mañana, así que o cojo un taxi o perderé mi vuelo y sin decirme nada más agarra el carro donde llevo todas las maletas y me lleva fuera a la parada de taxis. Mierda. Ni dos minutos en la India y ya están intentando liarme. me han dicho mil veces que al llegar al aeropuerto coja los pre-paid taxis, esto es, que pagas por adelantado una cantidad fija para que luego no te cobren lo que quieran. Odio esas situaciones en que estás casi seguro de que te están intentando timar pero no te piras porque cabe la posibilidad de que el tipo sólo te esté intentando ayudar y le ofendas al dudar de sus intenciones.

Aún así, le doy las gracias y me vuelvo a la terminal yo solete a buscar un mostrador donde ponga pre-paid taxis. Fácil de encontrar, ya que no hay nada más pero en vez de mostrador es una especie de chiringuito cutre. Hago la cola y cuando ya me toca el indio que está detras del cristal sale y me coje el carro de las maletas y me dice que me lleva a un taxi, que no hay problema.

¿Otra vez?. No sé si todos los indios son tan serviciales o si directamente creen que los guiris somos tontos. Le paro, mis maletas sólo las llevo yo (no tengo miedo de que se ponga a correr con una maleta de 20 kilos en la espalda pero estamos rodeados de mogollón de gente y le sería supersencillo esconderse con mis cosas entre la multitud). Ok. Aflojo un poco y cedo. Acabo de llegar, estoy cansado y todavía tengo que llegar al aeropuerto internacional y pasar la noche allí. Decido que mejor le pago las 65 rupias que me pide (poco más de un euro) y me olvido de momento de los pre-paid taxis. Eso sí, las maletas conmigo en el asiento, nada de que las meta en el maletero del coche.

Nada más montar al taxi ya veo que intentará liarme, porque si el aeropuerto está cerrado y que mejor me lleva al hotel del aeropuerto que está pared con pared, bla, bla, bla. Mira chavalote: o me llevas al aeropuerto o paras el taxi. Y si está cerrado ya me las apañaré yo. Parece sencillo de decir pero tuve que repetirselo tres veces para que entendiera que no estaba dispuesto a meterme en ningún hotel para cuatro horas. Por la ventanilla no sé ve nada, todo está sumido en la más completa oscuridad salvo las luces que iluminan la carretera. En quince minutos ya hemos llegado y me sorprende ver la cantidad de policía que hay. En realidad más que policías parecen soldados porque van de uniforme caqui y portando metralletas. La verdad es que acojonan, sobre todo cuando ves que uno de ellos está en una especie de garita coronada por sacos de arena a modo de trinchera.

Saco un billete de cien rupias asumiendo que probablemente me liará diciendo que no tiene cambio, yo acabo de cambiar pasta y no tengo billetes más pequeños, (por cierto, en los aeropuertos de la India sólo se puede cambiar dinero en la parte internacional, así que ojo que más de uno se ha encontrado sin una rupia en mitad de la India y es una locura). Para mi sorpresa al taxista los 100 euros no le parecen suficientes, dice que habíamos quedado en 695 rupias. Me devuelve el billete y pongo cara de "¡oh!, perdóneme, debo haberme liado" y mientras finjo buscar la cartera echo mano de mi equipaje y lo saco a la calle (menos mal que no le permití meter nada en el maletero). El tío tranquilo porque cree que de verdad voy a pagarle. Me tomo mi tiempo para montar acoplar todas mis cosas en un carro que estaba en mitad de la calle, de hecho, el único que había y entonces le digo que podemos hacer dos cosas, que se quede el billete de cien aunque es más de lo que habíamos acordado (ya me da igual y al fin y al cabo son sólo dos euros) o, si insiste en los 695, que podemos acercarnos a hablar con el poli de la trinchera.

El tío evidentemente protesta pero como ve que me voy y tampoco le interesa montar el número ni que se acerque nadie accede a pillar el billete (en realidad primero me bajó el precio a 125 rupias pero claro...después de haberme pedido 695 es una ofensa que lo baje tanto porque está admitiendo implicitamente que me quería timar). Tentado estuve de no darle ni una rupi, pero probablemente hubiera sido muy mala idea.

Ok. Un problema menos. ¿y ahora?, el aeropuerto parece que efectivamente está cerrado, no hay un solo coche ni nadie por las aceras, exceptuando los taxis que pululan por allí y los indios que buscan incautos para llevarles a su hotel. ¿Tendría razón el taxista y me equivoqué exigiendo venir al aeropuerto?. En la entrada principal hay un par de policías-soldado y les cuento mi historia. No problem, tras mostrarles mi billete de embarque me dejan pasar a una terminal semifantasma. Busco los mostradores de facturación de Jet Airways y descubro que no estoy sólo, una docena de viajeros con sus maletas están esparcidos por los asientos esperando para facturar.

Estoy cansadísimo pero afortunadamente bastante espabilado. Es la una de la mañana. Tengo por delante cinco horas hasta embarcar, aunque probablemente los mostradores de facturación los abran un par de horas antes. Le pregunto a un indio jovencillo bastante majete y me cuenta que el trayecto en taxi entre el aeropuerto internacional y el nacional debería costar alrededor de 150 rupias. ¡je!, al final no me ha salido mal la jugada, 0-1 a mi favor. Bueno, en realidad 1-1 porque el chaval me cuenta que acaba de llegar en el shuttle bus, que sólo pasan una vez cada hora pero que hay servicio durante toda la noche. ¡Pero si pregunté a un tipo que trabajaba en el aeropuerto y me dijo que hasta las siete nada!.

Ok. Habrá que asumir aquí que intenta timar hasta la gente de la que normalmente nunca desconfiarías.

viernes, 24 de noviembre de 2006

Llegada a Delhi.

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Hay cosas que nunca cambian: otra vez me pilló el toro y yo haciendo la maleta en el último minuto, ¿por qué será que odio tanto hacer el equipaje si me gusta tanto viajar?; al menos lo imprescindible ya está preparado: ropa, aseo y medicinas, no me da tiempo a cargar en mi cacharrito mp3 la música que me apetece pero bueno, al fin y al cabo voy a uno de los países más interesantes del mundo, quizá no tenga tiempo para escuchar mi música occidental.

Mi plan de vuelo incluye tres aviones en un sólo día: Madrid-París, París-Delhi y hacer noche en el aeropuerto porque aunque llego a las 23.00 mi vuelo para Calcuta no sale hasta las 6.15 de la mañana. Vuelo hasta Delhi con Air France, y aunque parezca irrelevante es necesario hacerles mención en esta bitacóra para que aquellos que sigáis mis pasos (¡uf que pedante quedó eso!, mejor debería haber escrito: para aquellos que hagáis el mismo camino) sepáis a qué ateneros.

Los franceses se portaron genial, salimos con retraso de Madrid y no nos daba tiempo a hacer el cambio de avión en París, así que cuando ya pensaba que me tendría que quedar a esperar al siguiente (no hubiera sido la primera vez que me pasa en el Charles De Gaulle) una señorita de la compañía nos saca los primeros del avión y nos guía casi al trote hasta la terminal donde embarcábamos, colándonos en las larguísimas colas que había, con el consiguiente cabreo de los pasajeros que llevaban mucho rato esperando.

Ésa es la cara, la cruz fué que aunque en Barajas la gente de Air France me garantizó que podía facturar el equipaje hasta Kolkata, en realidad ERA MENTIRA, (después me enteré que hay mucha gente que ha perdido su equipaje por confiar que se lo llevarían hasta Calcuta). Menos mal que tengo esta mala costumbre de no fiarme de nadie (y menos si va de uniforme) y comprobé la cinta de equipajes al llgar a Delhi. Imaginad mi cara cuando veo que mi maleta ya llevaba un rato dando vueltas. De hecho estuve esperando bastante rato a que saliera una caja, que también había facturado, llena de medicamentos que me habían dado en Mundo Cooperante para la India, pero la caja no aparecía. Me dió por darme una vuelta y descubro que en un lateral, junto a la cinta de equipajes, algún operario había ido amontonando todas nuestras maletas (imagino que lo hacía para que la cinta no rebosara) pero como nadie se daba cuenta porque la cinta era bastante larga, estábamos todos esperando a que salieran maletas que hacía rato que ya habían salido.

La aduana fué otra pequeña odisea: la caja de medicinas les resultaba sospechosa y aunque llevaba documentación "oficial" de que contenía medicamentos sin valor comercial para una ONG de la India, el inspector de turno insistió en que la abriera. Yo accedí sin problemas siempre que me diera algo para cerrarla después, y como no tenía ni un mísero celo pues yo (cabezón como siempre) no le dejaba. El problema era que tenía que volver a facturar la caja hacia Kolkata y si me la abrían del todo no habría manera de evitar que se cayera todo su contenido mientras la subían o bajaban del avión.

Le convencí para que me dejara abrirla a mí y abrí un huequillo en un lado por el que el inspector podía meter la mano. No le hizo mucha gracía, pero como lo que a mí me sobraba era tiempo (seis horas hasta que saliera mi avión) le expliqué que podíamos quedarnos allí el rato que él necesitara hasta comprobar la caja entera. Estuvo un rato mareando y haciéndome una y otra vez las mismas preguntas pero al final me dejó marchar sin mayores problemas.

PRELUDIO.

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Aviso a navegantes.

Mi primer post, la primera entrada en ésta bitácora virtual que comparto con todos vosotros: amigos, conocidos, familiares o incluso para aquellos, completos desconocidos, que os encontrásteis esta web por casualidad. Desde hoy esta bitácora será mi ventana al "otro mundo", mi via de escape cuando esté saturado de experiencias o cuando necesite sacar de dentro todo lo que estoy viviendo.

Es posible que mis entradas resulten largas y pesadas como ladrillos (quien ya me leyó ya sabe lo denso que puedo llegar a ser) o demasiado escuetas o inconexas; yo intentaré volcar mis impresiones de la mejor manera posible pero no puedo garantizar ni coherencia ni continuidad ya que mi manera de escribir siempre fué caótica y mi cabeza llena de sirocos así que los que en algún momento me leáis ya sabéis a lo que ateneros.

Para los que nunca se hayan paseado por el mundo de los blogs, poco hay que explicar: es un sitio donde yo escribo cualquier cosa que se me pase por la cabeza y dónde cualquiera puede comentar, protestar, matizar o preguntar sobre lo que le dé la gana, aunque agradecería que esas protestas, comentarios, matices o preguntas tuvieran algo que ver con la entrada que metí (esto es, con el "articulillo" que me marqué sobre un determinado tema), cada entrada lleva asociada sus propios comentarios y de éllos os ocupáis vosotros, ¿ok?. Todo el mundo puede leer los comentarios que metéis y si no os mola firmad como anónimo (o no firméis y punto) y para cosillas más personales mejor al email.

Y creo que nada más. Que me perdonen los que crean que me enrrollo demasiado y los que crean que no escribo suficiente...yo iré como más o menos me pida el cuerpo. Así que no queda nada más que decir excepto ¡Namasté! y que sean todos ustedes bienvenidos a mi ventana a India.