miércoles, 13 de diciembre de 2006

Nada en mitad de la nada.

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Konark es como estar en mitad de la nada pero con playa y sin turistas occidentales, lo que quiere decir que no te acosarán a cada paso para comerte la oreja. Y eso es una gran ventaja. Es un remanso de paz en mitad de mi viaje para tomar el sol, tomar fuerzas y decidir qué hacer después.

El placer de poder bañarte en el mar en diciembre cuando sabes que en España se están congelando es incomparable. Con un sol que pica lo justo y mar bravío, con olas pero sin peligro, puesto que te puedes tirar andando quince minutos en el agua sin que llegue a cubrirte.



En Konark está además el Templo del Sol, un lugar maravilloso al que mis fotografías no hacen justicia, había una luz de atardecer muy romántica y apropiada pero completamente inadecuada para mi camarita. Este templo es muy conocido en India y hay por todas partes turistas indios que vienen, llenando a rebosar docenas de autocares turísticos, para pasar apenas unas horas en la zona, es decir, con el tiempo justo para no molestarme en la playita.

martes, 12 de diciembre de 2006

Leaving Kolkata.

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Acaba un ciclo.

Al final me he pasado dos semanas y media en Calcuta. Bastante más de lo que tenía planeado, pero era necesario porque entre los días que estuve malo y los que perdí para resolver el robo de pasaporte se me fueron 4-5 días (justo los que yo planeaba tener de extra para viajar).

Además, antes de la primera semana no sabes de qué palo va cada uno, pero a partir de entonces, del trato de todos los días, ya los vas conociendo y es cuando comienzas a sentirte muy agusto con según que gente y te empieza a dar pereza salir de Calcuta. Anoche hicimos una cenita de despedida a lo grande, en un italiano de caché (pagamos casi cinco veces más de lo que estamos acostumbrados) y además de que fué un gusto por descubrir que al otro lado del mundo sigues encontrando gente que te cuida aunque casi no te conozca; también fué un placer para los sentidos: lasaña de espinacas para morirse del gusto...aaaayy, ¡cómo la echo de menos!, jajaja.

Os dejo unas fotillos de mi hotel, el Paragon y de cómo convertir una habitación con dos camas en una con una sóla y un superescritorio, jeje.



Hoy me ha tocado hacer de enfermero de mi enfermera, Lara tiene un pinzamiento en la espalda que apenas le deja moverse así que al lío: llamar al seguro y ayudarla para todo, y yo encantado de poder devolverle el favor. Además, la pobre quería cambiar su billete de avión para retrasar la vuelta un par de meses y como no consigue contactar con la British Airways se está acercando peligrosamente el día de volverse. Todo a la vez, como siempre.

Echaré de menos a mucha gente pero tengo ganas de cambiar de aires, de descubrir la India y de cambiar de mirada, intentar quitarme el filtro occidental de los ojos para apreciar las cosas tal y como se me presenten. Ya veremos que me encuentro.

Os dejo un par de selecciones miscelánea con las fotos que no he incluido hasta ahora en las entradas anteriores.




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lunes, 11 de diciembre de 2006

Rod Pereira.

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Aprovechando que ya parece que estoy bueno y que mañana salgo de viaje, he querido recuperar por última vez el espíritu de investigación acerca de las motivaciones de la gente en Sudder Street y los diferentes proyectos en que andan metidos.

Hoy le toca el turno a Rod Pereira, un australiano que a primera vista parece tan fuera de lugar en Calcuta como su paisano Cocodrilo Dundee. Imaginad la estampa: sombrero de ala ancha al más puro estilo salvaje oeste (me imagino yo que será típico de Australia), fuertote y cuadrado, tipo armario y vestido como si le esponsorizara la marca Coronel Tapioca. Lo primero que piensas es "Ufff, éste acaba de llegar y no va a durar ni dos días". Todo lo contrario.

Llegó en el 2001 por primera vez a la India para pasar seis meses con Volunteers of Charity, pero no supo nada de ellos en las primeras seis semanas (ya dije en algún momento que aquí las cosas funcionan a otro ritmo muy distinto al que estamos acostumbrados) y para cuando le llamaron ya estaba metido en otros proyectos más interesantes que él solito había descubierto.

En el 2004 volvió de nuevo a Calcuta para un par de meses y regresó en el 2005 con intención de quedarse a corto-medio plazo; ya lleva aquí 18 meses y creo haber entendido que su proyecto no terminará hasta dentro de cinco años. Rod es un tío inteligente y práctico (ésto último no abunda por aquí), no se ha venido él solito a Calcuta a cambiar el mundo en plan Robin Hood. Ya sabe lo que hay y cómo funcionan las cosas, no es un recién llegado, así que se ha buscado un grupo de gente que le apoya desde Australia y le financia su proyecto por medio de subvenciones y ayudas gubernamentales, supongo que a través de alguna ONG expresamente creada para ello. Ellos se ocupan de la parte administrativa y Rod es la cabeza visible en Calcuta.

Cuando digo que es un tipo con la cabeza bien puesta no sólo lo digo porque se haya buscado financiación externa, sino porque todo lo hace con el concepto de desarrollo sostenible. Por supuesto que acepta encantado la ayuda de los voluntarios extranjeros que pasan temporadas más o menos cortas en Sudder Street, pero no depende de ellos, el núcleo de su equipo son indios locales. Y esto que parece tan sencillito es básico y la mayoría de los proyectos que conocí hasta ahora (incluyendo New Light en cuanto a enfermeros) se olvidan de ello. ¿Qué pasará cuando falten los voluntarios?. Nada si te has preocupado de formar gente local y dar forma a un proyecto que cree empleo para ellos.

Básicamente, Rod trabaja simultáneamente en tres proyectos:

1.El Food Program que se encarga de alimentar selectivamente a los más desfavorecidos que malviven en la estación. Cuando digo selectivamente me refiero a que los indios de su grupo saben de sobra que gente son los más necesitados, y se trata de hacerles un seguimiento alimenticio para que no mueran por desnutrición. La idea es evitar a toda costa un reparto aleatorio de comida que al final únicamente beneficiaría a los más fuertes y que sería, y nunca mejor dicho, pan para hoy y hambre para mañana.



Y llevar una "clínica" ambulante (Rod es enfermero) a aquellas zonas donde no llega la asistencia médica e intentar inculcar la importancia de la higiene en los más pequeños para evitar infecciones:

2.Los Lunes y Miércoles en la aldea de Dapha (junto a uno de los vertederos más importantes de la ciudad; en la primera de las fotos que puse antes, cuando se aprecia una montaña al fondo no es sino una montaña de escombros y basura).

3.Los Martes y Jueves en un aldea un poco más alejada perteneciente a la zona musulmana cuyo nombre no consigo recordar (yo sólo estuve en Dhapa, quizá por eso no se me quedaron los dos nombres).

Quien quiera más información que se meta en su web site: www.calcuttastationsmission.com o que directamente haga click aquí.


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domingo, 10 de diciembre de 2006

Recuperándome.

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Llevo dos días aburrido de la vida. De la cama al váter y del váter a la cama. La diarrea típica de Calcuta se ha convertido en una diarrea del quince y el sábado hice tantísimas visitas al baño que llegué a plantearme seriamente la idea de mudarme allí directamente. Al menos me ha pillado en Calcuta y no viajando (¡Y con baño propio, que en las otras habitaciones no tenía!).

Aviso a navegantes despistados: el Fortasec te corta la diarrea de golpe pero no te quita la infección (o el bicho o lo que sea que te haya puesto así), así que vuelve a aperecer y por tanto sólo es buena opción cuando tengas que viajar o algo así y no quieras irte por la pata abajo por los pasillos; el Sulfintestín nosequé va perfecto cuanto además de diarrea tienes fiebre pero no es antipirético, es decir que para bajar la fiebre (que ya me llegaba a los 39º) hay que usar algo extra (tan sencillo como el paracetamol).

Esto lo cuento porque me tiré un día entero a base de sueros y Sulfistentín pero la fiebre no me bajaba (¡claro!), menos mal que estaba puerta con puerta con mis enfermeras favoritas que se engargaron de cuidarme y tirarme de las orejas.

Un par de días en casa a base de sueros y el siguiente sólo me atreví a bajar al internet (ya se había demostrado que en caso de apretón sí que da tiempo a llegar...) y comiendo arroz blanco aburridísimo.

Odio estar malo.
Además, como casi nunca me pongo enfermo no estoy acostumbrado y me pongo insoportable. Menos mal que duró poco.

Por razones evidentes no acompañaré este post con fotos ni vídeos, jajaja.
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viernes, 8 de diciembre de 2006

Fé de erratas.

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Las entradas correspondientes a los días tres y cuatro de diciembre han estado esperando en formato borrador a que se solucionara el problema. Allí cuento por encima cómo me robaron el pasaporte (!!) y todo lo que fué pasando después.

A día de hoy ya tengo visado para salir del país y poder volver a España a tiempo de tomarme las uvas así que puedo escribir tranquilamente sobre ello sin que a mi madre le de un ataque.

Para leerlo todo simplemente retrocede en el blog.
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jueves, 7 de diciembre de 2006

De templos por Calcuta.

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El día de hoy ha sido una parada necesaria en mitad de la vorágine.
Normalmente no tengo nada planeado, excepto por las tardes con New Light, pero al final nunca paras: bajas a desayunar y te encuentras con los de siempre y ya estás liado o conoces gente nueva que no sabe moverse y les llevas (o te llevan ellos a tí). No importa cómo se dé el día, al final no vuelves a la habitación hasta las mil, con la sensación de haber estado en muchas partes y haber conocido mucha gente (empiezo a pensar que demasiada) pero sin saber exactamente en qué empleaste tu tiempo.

Así que uso mis escapadas como turistoide a modo de isla para alejarme de la espiral caótica que es Sudder Street.

Hoy ha sido un día casi perfecto. Luis nos ha llevado al Belur Math (Monasterio de Belur), institución creada por Vivekananda, principal discípulo de Ramakrishna para que los jóvenes pudieran dedicarse a su propio progreso espiritual y al servicio de la humanidad (!?).

Yo como siempre, a mi aire, ambiente espiritual y solemne que no me calan pero que sí difruto; esa tranquilidad que inspira el lugar, como si hubieran encerrado un pedacito de Calcuta en una burbuja y se hubieran dejado todos los ruidos y los humos fuera. Hubiera podido quedarme toda la mañana charlando sobre el Ganges y el Karma (o sobre cualquier otra cosa, que mientras me acariciara el solete en mitad de ese remanso de paz cualquier tema me parecería bien), pero no había tiempo si queríamos visitar el templo de Kali y como buenos turistoides salimos corriendo para no perdernos el último bote que cruza el río Howgli.

En India las cosas funcionan a su propio ritmo (que casi nunca es el tuyo) así que nos tiramos un buen rato esperando para poder cruzar. ¡Y qué maravilla!, apoyados en un embarcadero con el solete tostándonos (ups...¿se me había olvidado mencionar que aquí hace unos 20º y que andamos en camiseta en pleno diciembre?, jejeje) y el rumor del río a nuestros pies; hubo incluso quien creía oler el mar y algunos de nosotros llegamos a ver incluso delfines de agua dulce (pero con el tiempo creo que incluso yo mismo dudo de ello...sería alguna alución colectiva fruto del calor y el karma o algo así...)

El Templo de Cali bastante chulo, aunque un poco como para gente bien, la verdad, me gustó más el que hay en pleno centro de Calcuta, junto a Calighat, que es mucho más sucio y más auténtico: todo el mundo medio en trance, gritando y empujándose por estar junto a la diosa de la lengua fuera (la diosa Cali en su irrefrenable ansía de matar enemigos se acabó cargando a su propio marido y esta "ceguera de rabia" la representan con una lengua larguísima, como diciendo que estaba fuera de sí), y que además, la gente es mucho más histriónica cuando se están sacrificando corderos, y aunque sea una salvajada es mucho más interesante para un guiri en busca de experiencias culturales como yo.

Así que lo único que me gustó del Templo de Cali que está junto al río fué el propio río, el solete que hacía y los templos dedicados al linga-joni, que por lo visto hay un par de dioses que no tienen casi cuerpo porque están reducidos a la mínima expresión, esto es, sus propios miembros; el linga (pene) y el joni (vagina) y está todo lleno de representaciones de un linga entrando en el joni. Para el que piense que es demasiado gráfico y que los indios deberían aprender un poquillo de sutileza añado una curiosidad más: una de las maneras de rendirle tributo al dios linga es derramar leche sobre la escultura del pene. Ahora sí que ha quedado completamente gráfico, ¿eh?, tribal, incluso. La parte buena es que los chicos se lo curran y la leche va por unos conductos especiales para almacenarse en unos depósitos y luego la reparten entre la gente pobre (la leche y todo lo que haya ido arrastrando por el camino, que aquí no tienen escrúpulos para nada).

Como última curiosidad, aprovechando el tema que se está tratando, un aviso a todas las "navegantas" que se llamen Laura y quieran viajar a la India: Cuando os pregunten decid que os llámáis Lara o algo parecido porque Laura significa, literalmente, polla, y claro, da lugar a bastantes malinterpretaciones, así que ya sabéis.

miércoles, 6 de diciembre de 2006

De profesor en Kabardanga.

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Hoy es el primer día del profesor de Español en el orfanato del Brother Xavier. Así que el plan era ir hasta Kabardanga para ayudarle en su primera clase y pasarle unas frases básicas que encontré en internet antes de venirme, cosas útiles en bengalí tipo "¿cómo te llamas?, ¿cuantos años tienes?" y ese tipo de cosas para que pueda interaccionar un poquillo con los chavales. Aunque lo que mejor le va a venir es lo que he aprendido en directo cuidando de los chavales de New Light, una serie de frases necesarias para controlar nenes de menos de diez años: rollo "siéntate", "silencio", "espera", "ven aquí", "mira"...y un jueguito de esos de dar palmadas que aquí se saben absolutamente todos los niños y que flipan cuando te pones a cantar con ellos "O pila, kacha pila, ki kacha?, lemu kacha, ki levu?, pati levu, ki mom?, pati mom..."

El problema es que en la India nunca salen las cosas como las planeas. Tuve que dar la primera clase yo solito porque se suponía que Fran regresaba ayer de Nepal (viaje relámpago de cuatro días) pero por no se qué problemas técnicos todavía no había podido aterrizar.



Trabajar con niños es muy gratificante pero muy complicado. Cuando estás jugando con ellos pueden resultar agotadores, pero lo de darles clase...ufff (¿Cómo te las arreglas tú, Dianita, que lo tienes que hacer todos los días?). Lo de conseguir mantener su atención durante más de tres minutos seguidos es una utopía. Tienes que hacer la clase muy dinámica y preguntar constantemente acerca de lo que acabas de explicar, yo preguntaba a todos aleatoriamente pero muy de seguido para que se lo tomaran como un juego y cuando pillábamos a alguno distraido y no respondía toda la clase se reía (buen rollito, ojo) y el chaval se apresuraba a responder aunque no tuviera ni idea de qué había preguntado.

Me flipó que cuando necesitaban ir al baño, todos preguntaban "may i go to the toilet?" y al volver: "may i come in?"...retacos de 8-10 años en mitad de un puebluco de la india pero tan bien educados en la formalidad occidental.
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martes, 5 de diciembre de 2006

Boda en New Light.

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Una de las cuidadoras se casa hoy y algunos voluntarios han sido invitados a la boda, cuando llegó el momento de las invitaciones yo todavía andaba por los madriles, una pena.

A todos les hacía ilusión asistir pero porque no sabían dónde se metían. Vestirse de forma adecuada para una boda india no es sencillo, sobre todo para las chicas. Una semana eligiendo el saree y que te lo arreglen a tiempo, buscar zapatos a juego, brazaletes, bindis (creo que llaman así a ese "lunar" que se colocan a modo de tercer ojo, pero a estas alturas ya no estoy seguro - antiguamente tenía un significado de sabiduría, de saber ver más allá, pero en la actualidad la mayoría sólo lo llevan por moda), que además si no tiene un diseño increiblemente hortera no se considera adecuado para una boda.

Fué muy divertido ver a las chicas de New Light vestidas según la tradición hindú y pese a que se sentían disfrazadas, la mayoría estaban guapísimas.



Una penilla cuando me contaron al día siguiente que pese a llegar a eso de las 19.00 al lugar donde se celebraba la boda se tuvieron que volver a medianoche sin haber tenido la oportunidad de ver la ceremonia, porque en India las cosas funcionan de otra manera: primero va un pseudo-banquete y después la ceremonia y después fiestas y comidas de celebración durante tres días enteros. En este caso el primer convite se alargó tanto que todos se tuvieron que volver sin ver lorealmente interesante porque a según que horas resulta completamente imposible encontrar un taxi. Cuando la ciudad duerme, los taxistas también.

Para una descripción mucho más completa y detallada, (que para eso estuvo allí) pasáos por el blog de los jaeneros o saltar a la entrada correpondiente directamente desde este link.
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lunes, 4 de diciembre de 2006

Solucionando el problema.

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Se supone que en Calcuta no hay Consulado ni Embajada de España ni nada que se le parezca, pero no es cierto, rebuscando en internet desde Madrid, encontré la dirección del Consulado Honorario de España en Calcuta.

Para los futuros percances de españoles en Calcuta, colgué un par de anuncios en el Hotel María y en el Paragón con los datos y un teléfono de emergencia que funciona las 24 horas. Está escrito con pilot verde y no hay forma de no verlo, pero para los demás, pongo aquí los datos para que todo el mundo tenga acceso, por si acaso:

Consulado Honorario de España en Calcuta:

C/O TIL LIMITED
1, TARATOLLA ROAD, GARDEN REACH
CALCUTTA - 700 024
PHONE: 2469-5954
FAX: 2469-1283


Embajada de España en nueva Delhi:

12, PRITHVIRAJ ROAD
NEW DELHI - 110011
PHONE: (011)4129 3000 (extensión 305, directamente con Isabel)
FAX: (011)4129 3020/3008

EMERGENCY NUMBER (24 H) 09810174160

Pues nada, que te plantas en el Consulado Honorario (que yo creo que debería ser "Honorífico", pero bueno) imaginando otro chiringuito como la estación de policia y para nada: control de entrada, sala de espera, recinto propio con varios edificios, casi podrías estar en España. La secretaria del cónsul, una india muy maja y muy eficiente, te dice que no hay problema y que se puede resolver todo directamente desde Calcuta, pero entonces llama a la embajada en Delhi y al otro lado del teléfono, Isabel te explica en castellano que no, que hay que ir a Delhi a conseguir un salvoconducto y con ello al Foreign Regional Registration Office para que te den un Exit Visa, esto es, un permiso para poder salir del país.

Bueno, no hay problema, tengo mi vuelo de vuelta a España desde Delhi así que ya me pasaré a solucionarlo cuando me pille un poco más cerca.

Como última anécdota del día, Isabel se quedó muy sorprendida cuando le pregunté si no tendría ningún problema por tener mi declaración oficial a la Policía manuscrita en un cacho de papel. Por lo visto soy afortunado por tener papel. Dice que ha recibido informes escritos en papel de periódico o incluso en parel de váter(!!!).
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domingo, 3 de diciembre de 2006

Hastings Police Station.

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Lo primero que hay que hacer en India si te roban el pasaporte es ir a denunciarlo a la estación de policía más cercana. Y la aventura tuvo su gracia (si no fuera porque el damnificado fuí yo).

Imagináos el percal: pilla un taxi y le explica a un indio que te lleve a la police station. Con su Inglés a lo indio no pilla nada a la primera (ni a la quinta) a menos que sean los sitios típicos así que estás un buen rato jugando a los gestos para que el pobre pueda imaginar lo que quieres. Vale. Por fin lo entiende pero no sabe dónde está. Aunque tú no te das cuenta hasta mucho rato después porque el tío jamás admitirá que no sabe una dirección y mucho menos que se ha perdido (algo así como el estúpido orgullo masculino elevado a la enésima potencia). Da mil vueltas. Y tú ya has decidido lo que le vas a pagar aunque el taxímetro siga corriendo pero lo ñunico que quieres es llegar de una vez. Y, por fin, después de preguntar a unos y a otros, consigues llegar a la estación de policía.

Voy a ser un poquillo pesado con el tema pero, ¿a qué cuando alguien dice las palabras "estación de policía" como que ya tienes una imagen en la cabeza?, ok, vaguetes uniformados que te pondrán muchos problemas para arreglar algo y eso después de rellenar mogollón de papeleo cuyo único propósito parece hacerte desistir, pero que al final sirve para algo y te vas con la sensación de que quizá encuentren lo que te han robado, ¿no?. Al menos un sitio presudo-oficial, grandote, con muchos polis entrando y saliendo en el que te puedes quejar agusto aunque no vayan a resolver nada.

Eso pensaba yo. Ahora imaginad el típico puesto de perritos calientes que te encuentras por la calle, ¡¡¡la estación de policía era algo equivalente!!!, (a los que me leáis y hayáis estado en Sudder imaginad que el chiringuito del Tirupati en vez de servir comida es una police station).Impresionante.

Vale, estoy en la India y aquí las cosas se hacen de otra forma, un poquillo de paciencia y a ver si al menos me toman declaración. Para no ponerme pesado con lo que yo esperaba y lo que pasó, mejor os cuento directamente lo que pasó y vosotros mismo sacáis conclusiones.

En la police station no hay ordenadores, ni máquina de escribir, ni un mísero folio siquiera (ahora se entiende mejor lo del chiringuito que decía antes, ¿verdad?), así que mandan a uno de los tipos a por papel y vuelve con un DIN-A0, que viene a ser cuatro veces más grande que un folio normal, y lo parten directamente con la mano, en cuatro cachos, y yo con los ojos como platos porque el papel era tan finito y parecía tan viejo (como si hubiera estado esperando por años dentro de algún cajón) que hubiera dicho que se iba a deshacer entre sus manos. Y entonces me pasan algo que no creí que nunca volvería a ver, una reliquia del pasado: una hoja de papel carbón para que pudieran quedarse una copia de mi declaración. ¡Papel carbón!. Que levante la mano el que pueda decir que todavía conserva alguna hoja en casa. ¿Nadie?.

Y ahí me sueltan que escriba en Inglés lo que ha pasado. Y como no me dan más guía y yo me enrrollo que da gusto con los detalles le paso un folio entero con todo lo que se me pasaba por la cabeza en ese momento.

Me salto la parte en la que el policía decía que estaba todo bien excepto que donde decía "stolen" (robado) tenía que poner "missing" (perdido); estaba claro que el pavo quería escurrir el bulto y no dar ni chapa, que si lo he perdido es culpa mía y si me lo han robado tienen que buscarlo ellos. Me niego a firmar algo que no es cierto, se pone farruco, le pregunto su nombre y me da largas, le exijo que me diga su nombre y ¡se niega!. Pues eso, que después de mil batallitas y de pasar por tres "oficiales de policía" diferentes, por fin doy con uno que va enterito de uniforme y que sabe hacer su trabajo. Me deja poner "stolen" y me ayuda un poco con el informe explicándome qué es importante poner y qué no. Total: un par de horitas de nada.

Ya tengo el original de mi declaración, sellado por la estación de policia y con numeritos y datos oficiales (sonaría mejor sino estuviera manuscrito, con mi propia letra, en un trozo de papel que se ve que está cortado a cachos, pero bueno). Pues con ese papelillo cutre y una fotocopia de mi pasaporte que llevaba conmigo llevo titando desde entonces para moverme por el país. Sin problemas, y eso que en todos los hoteles te piden el pasaporte para poder darte una habitación, pero en cuanto ven mi papel de la police station, se cuadran como si lo hubiera escrito en letras de oro y cuela.
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Welcome to Kolkata!

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Mi segundo día de turistoide en la ciudad.
Para empezar con buen pie y tomar fuerzas, empezamos con un café de verdad en el Barista (no está mal y tampoco su chocolate caliente, en comparación con lo que te encuentras por aquí, claro...aaaaay, ¡¡echo de menos mi cafetera italiana!!!) y un paseo hasta el Victoria Memorial.

De camino nos encontramos con más manifestaciones en contra de la venta de las tierras. Resulta muy extraño ver tanta gente vestida de blanco portando banderas con la hoz y el martillo. Resulta que el Partido Comunista es históricamente uno de los más votados en Calcuta aunque ahora mismo se encuentran haciendo la oposición al gobierno nacional.



La multitud se va congregando en la explanada que está justo detrás del parque en el que paseamos, el Elliot Park, un pequeño remanso de verdor y limpieza en mitad del caos de la ciudad y por un momento me siento como en aquella película: El imperio del sol, en la que el chaval inglés jugaba con una cometa mientras a su alrededor se estaba desmoronando un país entero. Es una sensación extraña estar rodeado de tanto movimiento cuando no entiendes ni porqué protestan, ni contra quién, ni de qué va la historia; en España sabes más o menos a qué atenerte en cuanto ves los símbolos que porta cada uno pero aquí...y encima rollo comunista que casi te suena a libro de historia, te pilla bastante descolocado.

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Afortunadamente en este caso la cosa no era tan exagerada y sólo se trataba de una manifestación pacífica, multitudinaria pero pacífica, eso si no contamos como lucha con arma bacteriológica el hedor que iba dejando la muchedumbre a su paso, ya que los meones que aliviaban sus necesidades se contaban por docenas a ambos lados del gentío.

El día parecía que iba a ser tranquilo, pero todo lo contrario. ¿No íbamos de turistoides?, pues como un guiri tontorrón me dejé robar la cartera y el pasaporte al acercarme al grupo de gente que hacía cola para entrar en el Victoria Memorial. Nada más salir de la cola tuve la intuición de que la había cagado y efectivamente, al palparme el bolsillo (cerrado con tres botones y superseguro) descubrí que el pasaporte y la cartera habían volado. ¡Arghhhhhh!.

La culpa fué mía en parte, justo ese día jubilé los pantalones (ésos de los bolsillos con tres botones superseguros) porque tenían una raja enorme en la entrepierna y ya era completamente impresentable ir así por la calle (vamos, que ni los indios iban así) y al ponerme los nuevos, no me dí cuenta de que los bolsillos se cerraban con puto velcro en vez de con tres botones. Un blanquito se mete entre el gentío indio con un cartel que dice "róbame". Al grano, que me he tirado tres semanas viviendo en la India sin pasaporte ni documento identificativo oficial alguno.
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sábado, 2 de diciembre de 2006

El otro lado de Calcuta

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La noche la terminamos descubriendo un lado que hasta ahora no conocía de Calcuta: la parte nocturna. Un aspecto muy importante a explorar siempre que pretendes descubrir una cultura extranjera.

Yo siempre digo lo mismo, para conocer un país extranjero hay ciertos baremos: museos y edificios pintorescos significativos: bien; callejas y rincones escondidos que no tanta gente conoce donde hay un ambiente único (o dónde a una determinada hora del día hay una luz especial que los hace inolvidables, o que condensan en una sóla imagen toda la esencia de la ciudad): muy bien; restaurantes-tabernillas-garitos dónde te preparen las especialidades del país y puedas volverte loco del gusto (se nota lo que disfruto comiendo): muy muy bien; para redondear sólo falta conocer por dónde salir por las noches e integrarse, aunque sea simbólicamente, con la gente del lugar, ya sea yendo de conciertos o a beber unas cervezas.

Sitios turistoides oficiales ya me he pateado unos cuantos. De callejones y rincones irrepetibles está la ciudad llena. La gastronomía india también la voy descubriendo aunque de momento con miedo y poco a poco, no por el picante, que a mí me encanta, sino por miedo a pedir algo en el sitio equivocado, que aquí es muy complicado hacerte una idea de las cocinas del chiringuito (excepto en el Jojo´s que es tan evidente que está lleno de cucarachas que está todo el día vacío). Así que me quedaba disfrutar de la parte nocturna.



Para unas birrillas tranquilas, de tertulieta con los amigos un sitio estupendo es la terraza del Hotel Fairlawn. Un oasis en mitad de Sudder Street rodeado de vegetación que te aisla al momento del caos de la calle. En este hotel se rodaron algunas escenas de la película "La ciudad de la alegría". Aunque el servicio es nefasto y todo el mundo jura que no vuelve porque no soporta a los camareros, al final siempre se regreasa porque tampoco hay muchos sitios chulos en los que elegir. Ojito que cierra pronto, a eso de las 22.30 echan la verja.

En la entrada del Park Hotel (300 euros la noche) hay un bar en el que todas las noches hay conciertillos en directo: buen ambiente, rollo bar de malasaña pero con gente de clase media-alta (indios se un nivel y casta que hasta ahora no me había encontrado) y si exploras un poco más y subes al piso de arriba te encuentras un bar, el Aqua..., uff, esto es difícil, ¿como describirlo?, era algo así como chill-superfashion-pijo-divino-de-la-muerte, con piscina, tumbonas, columpios y un ambiente superfashion de clase alta-altísima-qué-guay-eres-no-tú-más que te deja loco.

Contraste absoluto con la realidad urbana de esa Calcuta que está a sólo unos centenares de metros de distancia. Vamos, el típico bar en el que jamás me dejarían entrar si estuviera en España. Divertido si vas a reirte del ambiente y de las poses.

Nosotros lo pasamos bien porque pillamos sillones y nos apalancamos a charlar. La música no te dejaba escuchar más que a la persona que tienes al lado y yo encantado porque así tenía la oportunidad de cotillear un poco más sobre los motivos que llevan a una menorquina (por ejemplo) a escaparse unos meses a Calcuta.

Volver a las cuatro de la mañana por las calles completamente desiertas de la ciudad es toda una experiencia. Normalmente tardarías diez minutos en atravesar la calle y ahora vas por la mitad de la carretera charlando.

La vuelta a la realidad es inmediata y desoladora: en quince minutos de trayecto ves al menos un par de docenas de personas durmiendo por las calles arropados con una mísera manta.
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Fiesta en New Light

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La tarde de ayer fue una deliciosa locura. Creo que yo disfruté casi tanto como los críos; estaban todos muy emocionados por todo lo que se montaba a su alrededor pero igual de revoltosos que siempre.



Siento mucho que los vídeos esté tan oscuros pero era de noche y creo que la cámara (está grabado con una cámara de fotos) no da para más. En el centro de todo el jaleo se ve a Urmi cortando la tarta de los más pequeños y al final del vídeo cortito está Helen (una voluntaria estadounidense) saludando con una niña cuyo nombre me resulta imposible recordar.



Nada más llegar se me ocurrió hincharle un globo a una niña y cuando me dí cuenta ya había no menos de veinte niños pidiendo su propio globo, y la cosa no era fácil porque eran de esos globos alargados que usan los mimos para hacer figuritas y no se pueden hinchar soplando (al menos yo no pude) y tuve que usar un inflador y entre que había muchos globos pasados y que la boquilla del inflador era demasiado grande se rompían la mitad...

No menos de una hora me pasé peleando con los globos y los chavales (que por supuesto se negaban a hacer una fila ordenada y hacían piña sobre tí).



En la marquesina de fotos aperece Lara (mi jaenera favorita) llevando en brazos a Rayi, Berta ayudándome a poner orden en mitad del barullo que se organizó con lo de los globos, una de mis fotos favoritas con Yoya (¿quién no se la llevaría a casa?), un plano general de la fiesta y un primer plano de Sonja, en el que simula ser un monstruo gigante que se come de un bocado un dinosaurio de juguete que le había tocado en la piñata.
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viernes, 1 de diciembre de 2006

Happy birthday to New Light

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Hoy es el sexto aniversario de New Light. Y para celebrarlo se había preparado una fiesta para los niños (con piñatas hechas a mano) a la que también vendrían las madres.

A todo el mundo le hacía mucha ilusión pero se ha tenido que posponer para mañana porque para hoy se ha convocado huelga general en todo el país. Por lo visto el gobierno indio quiere vender ciertas tierras a una compañía privada argumentando que no dan suficientes beneficios porque sólo se recoge una cosecha al año. Pero los granjeros dicen que son tres las cosechas anuales e imagino que estarán asustados acerca del futuro de sus puestos de trabajo si al final se venden las tierras. Así que hoy está todo completamente cerrado (en teoría), aunque de Sudder Street permanecen abiertos los restaurantes de siempre y el cibercafé, supongo que somos tantos guiris por aquí que prefieren no cerrar, no les saldría rentable.

Kolkata es una ciudad distinta hoy, casi apacible, se nota muchísimo la huelga: no hay millones de coches tocando el claxon a la vez, no tienes que estar pendiente continuamente para que no te atropellen, esquivando motos y rickshaws en medio del humos de sus tubos de escape...hoy me apetece mucho echarme a andar por las calles vacías, pero Urmi nos comentó que podía ser peligroso por las manifestaciones. En principio no deberían ser violentas, pero ya se sabe lo que ocurre cuando se junta mucha gente, a veces el pensamiento colectivo crea situaciones complicadas. Además, también se teme una posible reacción violenta del gobierno frente a las manifestaciones de la oposición, el C.I.T.U. que es un partido comunista de enorme calado con muchísimos afiliados de los sectores menos favorecidos.

Para echarle más leña al fuego, Calcuta ha sido tradicionalmente feudo de los comunistas, así que aunque en el gobierno mande otro, en esta ciudad es el C.I.T.U. los que más poder tienen. Resultamente tremendamente chocante ver gente ondeando las banderas rojas de las cruz y el martillo, te transpora instantáneamente a otros tiempos y otros lugares.

Yo por mi parte aprovecho para enclaustrame en mi cibercafé favorito y poner en al día el blog.

Es impresionante lo rápido que pasa el tiempo aquí, normalmente apenas me da tiempo a escribir porque siempre estoy liado con alguna otra cosa. Es frecuente que salga por la mañana de mi habitación, sólo, sin otro plan que desayunar y que no vuelva hasta la hora de dormir, ¡una locura!.

A media tarde Arnaud, el hermano de Urmi, nos confirmó que era seguro salir a la calle, así que me fuí para New Light, que hoy seguro que había menos voluntarios y nos estarían echando de menos. La terraza por fin está terminada, ya no tenemos que seguir apiñándonos todos dentro de las oficinas, en la terraza hay sitio de sobra para que los chavales jueguen y corran. Hoy un fué un día tranquilito, estuvimos dibujando y tuve que esconderles los sacapuntas, porque aunque tienen miles de lápiceros de colores lo que más les gusta es afilar los lápices (aunque sean los plastidecor de toda la vida que no es necesario afilar) pero claro, colores hay para todos pero sacapuntas no. Y en cuanto te despistas hay peleas para conseguirlos.

Hoy estaban los chavales muy tranquilos, me puse a pintar con unos cuantos (hay verdaderos artistas) pero afortunadamente la mayoría se quedaron en el otro extremo de la terraza, así que sólo tuve que ocuparme de unos diez niños a la vez. Les estoy cogiendo mucho cariño, muchos se acuerdan ya de mi nombre y además hoy Sonja hizo un dibujo en el que salía yo (se me reconoce perfectamente: la barba, las gafas, el pelo largo...jajajaja).

Para celebrar que se cumplía el sexto aniversario, se juntaron todos los chavales, grandes y pequeños para cantar el cumpleaños feliz; os lo he grabado en vídeo para que podáis haceros una idea del ambiente de New Light y la cantidad de críos que tienen por aquí:


jueves, 30 de noviembre de 2006

De turistoide por la ciudad.

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Llevo ya unos cuantos días en Calcuta y entre unas cosas y otras apenas he tenido tiempo para visitar la ciudad. Vale que está bien empaparse de la realidad india a pie de calle, pero creo que con lo que ví por el momento ya tuve suficiente. Es hora de hacer de guiri puro y duro y pegarnos la pateada por los sitios turísticos típicos, que aunque parezca mentira Calcuta también los tiene.

Y ya que vamos de señoritos, nada mejor que empezar el día con un café de verdad, de los ricos, así que nada más salir hacemos parada de una horita en el Flury´s, una pastelería de Park Street que tiene unas cosas para morirse de ricas. Un oasis occidental en mitad de tanta locura india.

Y aprovechando que de camino pasamos por un mercadillo me compro una cadena y un candado. El candado para la habitación (debo ser el único que sigue usando el candado del hotel) y la cadena para asegurar la maleta cuando viaje en tren. Puede parecer un poco salvaje lo de ancadenarse a tu propio equipaje, pero por lo visto incluso los indios lo hacen, y claro, con viajes de quince horas pues no es plan no echar ni una cabezadilla.

Nuestro primer objetivo del día es visitar el Mercado de las flores. Y como somos novatos y todavía tenemos ganas de caminatas nos lleva un par de horas llegar (y cruzar varias veces el mismo puente pero eso fué sólo un despiste). Al final lo más interesante fué precisamente el viaje. Cruzamos por un parque enorme y luego por la zona "seria" de la ciudad, llena de edificios oficiales, el Ayuntamiento, los juzgados...Muy curioso pasar por la calle de los "escribanos", por lo visto no es muy habitual el escribir a máquina y hay una hilera completa de gente con máquina de escribir pasando a formato oficial los borradores que les pasa la gente. Imagino que no les aceptarán documentos manuscritos.

El mercado de las flores un poquillo decepcionante, muy a lo indio, mucha suciedad y pocas flores, aunque luego nos enteramos de que cuando llegamos (a media mañana) ya estaba casi todo vendido, para verlo en su apogeo hay que madrugar. Aún así salió alguna foto chula. Una curiosidad india fué que nos prohibieron hacerle fotos al puente (no teníamos ninguna intención de hacerlas), imagino que creen que podemos copiar su tecnología de estructuras o qué sé yo.

Después pillamos un taxi (ya habíamos caminado de sobra entre los coches) hacia el Botanical Garden. Un remanso de paz en la bulliciosa Calcuta. Sin bocinazos ni cuervos, rodeados de miles de especies naturales y con la higuera de bengala más grande de la que se tiene noticia en la India. Yo pensaba que banyan significaba bananero, pero no, fake friends again. ¿Era esto aquello que me mandaste por email, Sigfre?. El rollo es que la higuera es completamente diferente a cómo te la imaginas. Te dicen la higuera más grande de India y enseguida visualizas un árbol altísimo con un tronco de varios metros de diámetro. Y lo que te encuentras es un bosque de arbolillos y no te cuadra nada. Luego te explican que de la higuera (cuyo tronco principal ya ni siquiera existe porque hace más de cincuenta años se la cargó un monzón) salen miles y miles de raíces aéreas, esto es, ramas tan grandes como troncos que buscan de nuevo el suelo para echar raíz. El efecto global es muy curioso, un techo de ramas del que salen brazos buscando el suelo.



Nos tiramos tres horitas paseando por allí, y como era un día laboral tuvimos el parque para nosotros solos. Por cierto, para los que se aventuren a venirse a Calcuta: el bus C6 te lleva directamente por ocho rupis y se coge en Park Street (sale de Esplanade, pero desde Sudder Street pilla mucho más cerca Park Street).

Entre unas cosas y otras el día pasó volando. Me voy corriendo a New Light que hoy hay cena con todos los voluntarios y copita en casa de Urmi. Mientras llegaba a New Light cogí la calle paralela a la que tenía que coger porque me habían asegurado que allí podía comprar una botella de vino; los que hayáis seguido esta bitácora ya sabéis que lo de las calles paralelas equivale a perderse seguro. Porque no hay calles paralelas durante mucho rato. Al final volví a perderme (esta vez hubiera sacado la brújula pero me la olvidé en casa) y no sé como aparecí a una estación de metro de distancia.

Lo bueno que tiene la India es que aquí nunca hay prisa para nada así que conseguí llegar a tiempo antes de que todos se fueran a cenar. El resto de la noche fué muy, muy agradable: tapas, cervezas y vinitos (el que llevé yo estaba horrible, era indio y no tenía ninguna referencia...aunque me lo podía haber esperado, pero afortunadamente alguien había traido en la maleta un buen vino español que me quitó el mal sabor de boca). Una tertulia muy amena sobre las circunstancias que habían rodeado a New Light desde su creación (algunas historias que no conocía me dejaron sorpendido y escandalizado) y luego en rickshaw hasta el restaurante.

No me había montado en rickshaw todavía porque tengo un pequeño problema con eso de ir montado en una carreta que alguien va arrastrando a la carrera por sus propias fuerzas (ya sea a pedales o directamente corriendo). Por un lado hay que pensar que el pobre hombre se está ganando la vida así y que usando su rickshaw le ayudas a conseguir dinero para comer, pero me hace sentir un señorito hacer que alguien corra para que yo no camine. Supongo que el problema es que sigo mirando la India con ojos occidentales y ahí surge el choque cultural. No sé, soy plenamente consciente de mi condición privilegiada por haber nacido en uno de los países del llamado primer mundo y que aunque lleve un tiempo viviendo aquí seguiré siendo un occidental sin posibilidades reales de integrarse completamente, pero de alguna manera ya siento una empatía hacia este país que hace que me resulte incómodo el tema de los rickshaws, me siento como un pequeño burgués o algo así.

La cena muy, muy rica. Un restaurante indio con categoría en el que además de comer podías pedir alcohol para beber (algo inusual en los pequeños restaurantes en los que solemos comer).
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miércoles, 29 de noviembre de 2006

Visita a Kabardanga.

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Hoy es un día intenso: Calighat por la mañana y Kabardanga y New Light por la tarde. Y por si fuera poco, además mudanza. Estoy contentísmo, me mudo a una de las habitaciones dobles de arriba, con tres ventanas y otra más en el baño (¡tengo baño propio!), mogollón de luz natural y encima me libro de los coreanos porque mi nueva habitación da a la terraza tranquila. Y como nuevos vecinos tengo a las enfermeras de New Light, ¡genial!.

Kabardanga es un pequeño pueblo a las afueras de Calcuta donde un cura indio católico, el Brother Xavier, ha montado un orfanato. Su historia impresiona: hace años presenció en la calle cómo un hombre vendía a su propia hija y antes de que pudiera reaccionar ya la habían metido en un coche y se habían ido. Entonces decidió dejarlo todo, vender sus coss y comprar un terreno para montar el orfanato con una pequeña escuela donde educar a los chavales.

Yo me enteré de esta historia a través de una ONG española, Luces Rojas, que se creo hace poco más de un año para recaudar fondos para el proyecto del Padre Xavier. En Luces Rojas se están moviendo muchísimo y ya han conseguido subvenciones de Energía Sin Fronteras y recientemente han logrado que General Electric India se implique en un proyecto de análisis y depuración de aguas en la zona de los Sunderbans, al sur de Calcuta. En esta misma zona ya han realizado tareas de desarrollo sostenible mediante la instalación de paneles solares que permite dotar de luz a un pueblo que hasta entonces no contaba con electricidad. Yo no pertenezco a ninguna ONG pero la gente de Luces Rojas me encargó ciertas tareas que necesitaban que alguien hiciera sobre el terreno.

Impresiona llegar hasta allí. Calcuta es una ciudad enorme que se va extendiendo sin parar, Kabardanga está a las afueras y es medio selvático: palmeras, ríos y muchísima vegetación rodean las pequeñas edificaciones. De banda sonora siguen los claxones de los coches y los graznidos de los cuervos pero aquí todo es diferente, es muchísimo más tranquilo.



Entre unas cosas y otras llegamos muy tarde y apenas pudimos charlar media hora con el Padre Xavier, que se acostaba muy temprano porque se iba de madrugada a las Sunderbans, pero la visita resultó muy eficiente: una de las tareas que llevaba encargadas ya está resuelta. Luces Rojas se ofrecía a financiar a un profesor de español para los chavales; la idea es proporcionarles una educación que les permita desenvolverse por ellos mismos en el futuro y los pocos guías indios que hablan español viven bastante bien. No sólo conseguí encontrar un español que les diera clase durante los próximos cinco meses sino que además el chico se ofrecía voluntario. Lo conocí en Calighat, donde lleva un mes yendo a ayudar. Así que por la mañana Madre Teresa y por la tarde Kabardanga. Si lo que quería es un cambio de vida radical lo ha conseguido.
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De "mirón" en Calighat.

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Desde que llegué a Calcuta me ha sorprendido mucho la cantidad de gente que se ha venido hasta aquí para pasar varios meses como voluntarios en alguno de los centros de la Madre Teresa, así que, en parte por interés personal y en parte por motivaciones pseudo-periodísticas de investigación he decidido pasar un día con ellos. ¿Quién sabe?, lo mismo descubro una vocación altruista inesperada dentro de mi personalidad práctica y egoísta, aunque la verdad, lo dudo mucho. O quizás enciendo en alguno de los que me lean las ganas de venirse para acá.

Los que me conocen saben que cuando me embarco en algún nuevo proyecto tiendo a ser "digital", cero o uno, todo o nada, así que si hoy voy en plan voluntario abnegado me comeré el pack completo: comenzando con una misa en la Mother House a las seis de la mañana (al más puro estilo de los reportajes "sombra" de Juan José Millás).

Estoy todavía algo desorientado, el estar en un país tan diferente, con unas costumbres tan alejadas de las mías hace que el jet-lag se alargue durante varios días. Y el hecho de llegar a Calcuta sin dormir en dos días forzó que al siguiente durmiera hasta bien entrada la tarde y arrastro pequeños desequilibrios de sueño. El caso es que esta noche estaba completamente desvelado y entre que me acosté tarde, que no podía dormir y que tenía que levantarme temprano, al final no dormí ni una hora entera. Pero no estaba cansado, supongo que por la curiosidad de descubrir lo que me esperaba al día siguiente.

Salgo a la calle a las seis menos cuarto de la mañana y flipo: desde que llegué, Sudder Street había sido para mí sinónimo de caos y ruido, taxis, rickshaws y muchísima gente en la calle, comiendo, lavándose, cargando fardos enormes en la cabeza...ahora parece otra, está completamente en silencio (excepto los putos cuervos, claro), no hay ni un alma, ni un coche, todos los chiringuitos y tiendas cerrados, parece más grande incluso. Sólo por haber visto esta calle dormida ya ha merecido la pena el madrugón.

La misa un poco como todas (que me perdonen el cinismo agnóstico aquellas personas religiosas que me lean), peroratas interminables sobre hacer el bien, monjas cantarinas (voces muy bonitas, la verdad) y un cura muy gracioso pero un poco pesado lanzando un sermón menos apocalíptico de lo que imaginaba entrecortado por el ruido de una Calcuta que ya se va despertando. La Mother House da justo a una carretera de tres carriles en cada sentido (o quizá son sólo dos, pero los indios hacen milagros conduciendo) y el tranvía hace un ruido metálico horroroso, que hace que el cura tenga que esperar a que haya pasado para poder seguir hablando. Lo único que me gustó es que la misa fué en una habitación muy humilde, sin los dorados o las fastuosas decoraciones a las que nos tienen acostumbrados en las iglesias occidentales que siempre me han parecido una contradición, la verdad.

Tras la misa, desayuno para todos los voluntarios y la sala se llena completamente, no sé si la mayoría no son religiosos o si sencillamente prefieren dormir una hora más y no tener que soportar la misa, pero el caso es que la mayoría se la han saltado y han ido al desayuno directamente.

Tras el desayuno cada uno se va a su centro y yo me uno a unos españoles que iban a Calighat, el centro de los enfermos terminales. Allí tanto los enfermos como los voluntarios están separados, hombres por un lado y mujeres en el otro. Nada más llegar se les reparte el desayuno y se les recogen los cacharros cuando han terminado. Hay unos sesenta hombres y la verdad es que me resulta menos duro de lo que imaginaba. La verdad es que pensaba que iba a tener más aprensión pero están tan delgados y frágiles que inspiran instintivamente una ternura infinita. Aún así, soy consciente de mis limitaciones personales y cuando llega la hora de lavarlos me voy con el grupo de la lavandería (hay que ser coherente en esta vida, y lo que no haría en España tampoco tiene sentido venir a hacerlo a India). Un par de horas pasan volando entre que fregamos los cacharros, lavamos la ropa, la escurrimos y la subimos a secar a los tejados del edificio. A las 10.00 descanso para tomar otro desayuno y a recoger la ropa, que con la solana que está cayendo ya está completamente seca.



Las fotos son del tejado, con el Cali Temple al fondo y el resto panorámicas desde la terraza de Calighat.

Antes de las doce ya hemos terminado ya la verdad es que me siento satisfecho. Quizá mi ayuda es muy pequeña pero me he sentido útil, como aportando un pequeño grano de arena. Creo que podría entender porqué la gente que se siente desubicada en la locura de la sociedad de consumo occidental se puede enganchar a esto. Simplificar nuestra rutina: el reconocimiento de las monjas y en la mirada de los enfermos a una labor altruista unido a la satisfacción que da realizar un trabajo físico (sencillo pero cansado) puede aportarles un sentido a sus vidas.

Puede que mi mirada sea un tan superficial; no quiero olvidarme de que también puede haber gente que desde una motivación profunda y sincera venga aquí para darse a los demás de una manera completamente desinteresada, pero esa gente me interesa menos desde un punto de vista sociológico o antropológico incluso. Tienen su fé inquebrantable y los caminos del Señor son inexcrutables y ya está. Me interesa más conocer las motivaciones de gente más cercana a mí. Sin un sentimiento religioso y con los defectos que creo que tenemos ya la mayoría que vivimos en una sociedad de comida rápida: somos egoistas por naturaleza excepto con nuestro círculo más próximo, exigentes, ambiciosos y aburguesados. Y sin embargo algunos de ellos, malcriados por las comodidades occidentales, de repente lo dejan todo y se vienen a la India. De verdad que me parece mentira.

martes, 28 de noviembre de 2006

Días extraños.

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No sé qué me pasa desde que llegué aquí, acabo siempre reventado de cansancio y eso que no todos los días me pego pateadas importantes. Mi teoría es que se debe al desgaste acústico.

A menos que duermas con tapones(¡qué gran idea haberlos traído!) los putos cuervos te despiertan con sus horribles graznidos a las 5.30 de la mañana. Aunque quizá debería usarlos de despertador, porque a las 17.30 ya es de noche y el día se te pasa en un plis si te levantas tarde. Y la verdad, aunque sean únicamente las ocho de la tarde, como hace más de dos horas que oscureció, el cuerpo ya te pide cama.

El otro gran sufrimiento en esta ciudad son los claxones. Aquí todo el mundo tiene intermitentes pero nadie los usa, el sistema de establecer la preferencia, además de la de siempre: el más grande pasa el primero, es tocar el claxon repetidas veces.
Así, un simple paseo al New Market se convierte en un videojuego. Claxón: salta a la izquierda mientras esquivas el rickshaw que se ha metido por dónde nunca hubieras imaginado. Claxón-claxón-claxón: ¡ups!, amenaza triple, estoy rodeado, transformación instantánea en anguila para esquivar los autorickshaws, el taxi y el camión, y así todo el rato. Para volverse loco, vamos; está siendo una experiencia salvaje lo de aterrizar en Calcuta pero creo que la semana que viene estaré impaciente por salir de aquí.

Quizá desviarme un poquillo al sur antes de viajar a Varanasi sería una buena idea, a la provincia de Orissa, en la costa de Puri, con playitas pequeñas pero limpias. Un paralelo y medio por debajo de Calcuta, así que si aquí estamos en camiseta lo mismo allí te puedes bañar.

En realidad, si no te puedes bañar me da un poco igual, a estas alturas me conformo con arena/rocas limpitas, un poco de solete acariciánme la piel y de banda sonora las olas con su eterno murmullo.



Creo que se me olvidó comentar lo del candado. Aquí todas las habitaciones se cierran con un candadazo rollo medieval que te proporcionan en el hotel, pero en realidad todo el mundo usa el suyo propio para cerrar la habitación, así que durante tu estancia, nadie, excepto tú, puede entrar para nada. Esto me deja un poco más tranquilo, la puerta con mi cerrojo y mi mochila con otro más, pero creo que nunca hubiera imaginado que en un hoel te permitieran hacer algo así.

Hoy ha sido un día especialmente caótico, había quedado con un español que me iba a llevar al orfanato de Kabardanga (tengo algunos recadillos que hacer allí de parte de la ONG Luces Rojas de Madrid) pero cuando me desperté ya era muy tarde. Lo curioso es que luego nos encontramos y ninguno de los dos había aparecido y nos dimps plantón mutuamente. Otra vez la India que te cambia todos los planes.

Menos mal que por la tarde vuelvo con los críos de New Light, sino el día habría pasado en blanco.



Una simple silla giratoria se transforma en el juguete preferido de los chavales cuando la hago girar a toda velocidad (¡qué mareo!).
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lunes, 27 de noviembre de 2006

Un día normal en mi nueva ciudad de adopción.

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Amanece en Calcuta y me hago el remolón, que para algo estoy de vacaciones y además mis "obligaciones" con los enanos de New Light no comienzan hasta las 17.00 (antes de esa hora están en el colegio). Pero tampoco puedo excederme, que si quiero conseguir mudarme a otro sitio hay que hacer la ronda de los hoteles bien tempranito, a las 10.00 es el check-out y es el momento perfecto para encontrar habitaciones libres.
A la primera encuentro una habitación doble en el Hotel Paragorn, (las individuales son casi imposibles de encontrar y además no tienen baño dentro de la habitación) a un minuto del Hotel María y en mitad de todo el jaleo de gente, como a mí me gusta.

Es un desastre de habitación: no tiene baño y tengo que usar el comunitario. Es un pequeño zulo en la planta baja en el que la única ventana da precisamente al patio donde se reúnen los coreanos durante todo el día para comer, tocar las guitarras indias o simplemente hacer botellón. Pero estoy contento porque al menos esta limpio. Aunque el concepto de limpieza en la India es relativo, aquí se refiere más bien a que no hay olores insoportables y que no hay nada vivo en la habitación además de yo mismo. Vamos, que en España nunca habría estado en un sitio así pero aquí es lo que hay. Bueno, hay otras opciones pero son más caras y la verdad, yo nunca he sido demasiado escrupuloso.

Es extraño, no recuerdo si ya lo comenté antes (no pienso releerme mi propio blog) pero desde el primer momento me he sentido agusto en esta caótica ciudad. El barullo y la locura intrínsecas de Estambul y los olores de La Habana, el olor a comida, a gente, a decadencia... mezclados por supuesto con un ingrediente picante que sólo la India puede aportar. Dicen que el resto del país no tiene nada que ver con Calcuta, y que la impresión de choque cultural es mucho más intensa si empiezas el viaje desde aquí. La verdad es que en un principio ni siquiera pensaba incluirla en mi itinerario, me alegro de haber cambiado de idea.

Impresiona la cara que te muestran las calles, la palabra "decadencia" se queda corta. No es que los indios no se hayan molestado en cuidar las infraestructuras y los edificios que dejaron los ingleses, si no que es casi como si nada de eso fuera con ellos aunque forme parte de su propia historia. Y supongo que ésa precisamente es la principal razón que hace único este país. Una cultura y una historia riquísima, con una manera de pensar y de vivir que poco o nada tiene que ver con el resto y sin embargo no pudo evitar fusionarse (o ser absorbida, al menos en parte) con otra cultura radicalmente diferente.

Unas panorámicas de Calcuta desde el bar "Blue & Beyond" (conocido por casi todos como el 9th floor por estar en el noveno piso) en la azotea del hotel que está en frente del New Market:



Pensar en Estambul (mi referencia más cercana) siempre me sugiere contrastes, caos armónico, belleza hostil...Pero para entender Calcuta hay que ir un paso más allá, hay que mojarse y vivirla de cerca para empezar a intuirla. Calcuta es visceral. Es como un inmenso elefante que se resiste a morir. Citando a Hernán Zin, que sabe de Calcuta muchísimo más que yo (buscarle en Google, su historia es impresionante): "Calcuta es una espiral que nos absorbe, es un barco con las velas desplegadas dispuesto a partir pero que nunca saldrá del puerto".

Perdonad las divagaciones, me he dejado llevar. Suele pasarme desde que llegué aquí, tienes unos planes en la cabeza pero sin darte cuenta las circunstancias te los cambian siempre. Creo que es mejor no resistirse y dejarse liar.

El título del post era "un día cualquiera en mi nueva ciudad de adopción" y como no me apetece cambiarlo voy a intentar ceñirme al tema, aunque un día normal lo que en realidad hago es divagar mentalmenteacerca de los estímulos que me muestra la ciudad. Como tengo las mañanas libres suelo emplearlas en patearme las calles, en perderme y ver que encuentro. Dado que mi sentido de la orientación es posiblemente el peor que se haya conocido en toda la historia de la humanidad, me limito a echar a andar en líneas más o menos rectas durante horas mientras sea todavía de día para volver por el mismo camino (cuando intenté volver por la calle paralela inevitablemente me perdí). O recorridos en espiral, perfectos para ir ensanchando el área conocida sin acabar completamente desorientado.

Durante casi una semana me he sentido embotado. casi incapaz de escribir. Creo que ha sido necesario un proceso de adaptación. Si no físico, sí mental. Necesitaba distancia para poder escribir. Demasiados estímulos. Demasiada gente nueva que conoces cada día.

De todas maneras, la realidad que estoy conociendo de Calcuta no es sino una isla, estoy en un barrio rodeado de gente que ha dejado su país durante meses para irse a vivir a una ciudad completamente anárquica. Gente abierta con ganas de conocer otras personas, otras maneras de pensar, nuevos discursos. Hay de todo claro, iluminados en posesión de la verdad absoluta y listillos de segunda, pero en general cada uno va a su aire, respetando las motivaciones de los demás aunque no tengan nada que ver con las propias. Como muestra un botón: en mi primera noche en el Paragorn me tomé unas cervezas con un nepalí, una norteamericana de Florida y un finés (¿o se dice finlandés?).

Resumiendo: por las mañanas durmiendo y paseando, por las tardes en New Light con los críos y por las noches intentando satisfacer mi curiosidad: ¿qué hace que gente tan diferente de todas partes del mundo acaben en el mismo sitio?.
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sábado, 25 de noviembre de 2006

Welcome to New Light!

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El caos con que escribo este blog hace que haya pasado casi una semana desde que aterrizé en Calcuta, así que no recuerdo exactamente mis primeras impresiones de New Light. Recuerdo que la llegada me impresionó, el camino desde el metro (en Calcuta tienen un metro estupendo, aunque sólo sea una línea) me mostró una visión diferente de la ciudad.

Menos ruido y menos jaleo que en Sudder Street pero igualmente bullendo vida y actividad por todas partes, cantidad de gente hablando en la calle, sentada en los bordes de las entradas a las casas, arreglando una moto en mitad de la calle...

La primera vez que llegas a New Light siempre piensas "¡Dios mío, ¿dñonde me estoy metiendo?", porque desde Calighat Road, que es una de las calles comerciales con más actividad que me he encontrado desde que llegué aquí, tienes que meterte por un callejón tan angosto y oscuro que ni siquiera lo ves cuando te dicen por dónde girar. Y dentro impresina bastante, un sub-barrio entero dentro, con el pequeño espacio estre las casas sirviendo de calles para poder moverte. Y al final de la "calle", ves un letrero luminoso contrastando con la oscuridad que te envuelve, puesto que a las 17.15 ya es siempre noche cerrada). Muy gráfico, como dijo Lara una vez, el cartel de New Light es una metáfora de las actividades que realizan, iluminando las zonas más oscuras, las que nadie quiere ver.

Y por fin los niños. Muchísimos niños por todas partes. Jugando, peleándose, gritando...los más pequeños dibujando y los mayores haciendo deberes. Nada más llegar ya me ví atrapado por un par de nenas que se te agarran a las piernas y ya no puedes escapar. Así que, casi sin presentarme ni con tiempo para que me enseñaran nada me metí de lleno a lo que había venido a hacer, a pasar el mayor tiempo posible con los críos, que aunque no me entiendan (ninguno habla Inglés y mucho menos Español) te comprenden perfectamente cuando les explicas algo por gestos y, lo más importante, agradecen el cariño que les das como sólo los niños saben hacerlo. Estos niños son además especialmente receptivos a las muestras de cariño, supongo que por las díficiles situaciones les ha tocado vivir.


Al final del día estaba tan cansado que dormí como un bebé. Tocaba recuperar sueño y darle un descanso al cuerpo y lo hice: ¡me levantaría al día siguiente a las cuatro de la tarde!.
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New Light

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Bueno, y ahora una entrada eminentemente técnica para que sepáis de qué va todo esto de New Light:

Para aquellos que estéis más interesados:
web site: www.uddami.org/newlight/
email: newlight@india.com


El objetivo de New Light es promover la igualdad de género a través de la educación y la formación así como reducir el daño causado por la violencia contra las mujeres y niños.

La sede se encuentra en Kalighat (Ward 83) en Kolkata, a cinco minutos andando de Nirmal Hriday, la casa de la Madre Teresa para enfermos terminales, en uno de los más antiguos barrios rojos (áreas con una elevada tasa de prostitución) de la ciudad. New Light es una organización laica sin ánimo de lucro que ha creado un lugar donde proteger y educar niños y especialmente chicas jóvenes en edad de riesgo (las niñas de según que zonas suelen verse obligadas a prostituirse en edades en torno a los doce años). El programa ha estado funcionando en los últimos seis años y proporciona un lugar seguro, oportunidades educativas, facilidades recreativas, cuidados médicos y ayuda legal para los niños, chicas y mujeres de su comunidad.

New Light no está involucrada con ningún grupo político y no aboga por la legalización de la prostitución. Se basa en la creencia de que la mayoría de las mujeres relacionadas con el comercio sexual son víctiams de sus propias circunstancias y elegirían una vida completamente diferente si tuvieran la oportunidad de hacerlo.

New Light ha desarrollado también un proyecto de desarrollo con especial atención en la prevención, cuidado y tratamiento del SIDA. Mujeres de todas las comunidades religiosas están invitadas a tomar parte en este programa.

Los principales programas de New Light son:

1.REFUGIO SEGURO.
Situado en la azotea de uno de los templos de la zona, está operativo las 24 horas del día, los siete días de la semana. Funciona también para que todos los niós de la comunidad puedan venir a jugar, leer, trabajar con el ordenador o simplemente relajarse después de pasar un duro día fuera.

2.ORFANATO.
Es el primer orfanato que opera en un barrio rojo que acoje niños de al menos tres meses de edad. La fuerza de New Light reside en sus horarios que ofrece a los trabajadoras del sexo la oportunidad de dejar a sus hijos custodiados de manera segura por sus cuidadores. 25 niñas en edad de riesgo de sufrir abusos usan el orfanato como un refugio seguro donde pasar la noche.

3.OPORTUNIDADES EDUCATIVAS.
Los niños disponen de educación correspondiente a guardería, educación primaria y superior. Además, como educación complementaria, se enseña Inglés y otros idiomas extranjeros a los niños mayores de diez años. Cuatro profesores experimentados les ayudan con sus tareas del colegio con especial énfasis en Matemáticas y Ciencias.

4.SOMA HOME.
En julio de 2005 New Light comenzó con unas instalaciones residenciales para niñas en edad de riesgo para evitar que fueran objeto de abusos. La casa fue llamada soma en memoria de una pequeña niña que murió prematuramente debido únicamente a la falta de atención médica.

5.REFUGIO PARA LOS DALIT.
Un centro multifuncional se ha comenzado para los niños "intocables". Los dalit o intocables son la más bajo son la casta inferior en la India, se les ha llamado tradicionalmente intocables porque se ocupan de las cremaciones de los cadáveres. Hay 35 estudiantes en el nuevo centro con dos profesores y dos cuidadores y reciben los mismos servicios que los niños del orfanato.

6.CUIDADOS MÉDICOS.
Todos los niños han sido vacunados para la Hepatitis B y MMR. Las vacunas y otros gastos están patrocinados cuando son necesarios. La clínica New Light está operativa cinco días a la semana con visitas de un médico general, un pediatra y un ginecóloco.

7.NUTRICIÓN.
Todos los niños atendidos en el centro reciben una cena completa cada noche cuyo menú cambia cada día de la semana. Alguno sniños con especiales necesidades nutricionales reciben comida regularmente.

8.MICROCRÉDITOS.
Un grupo de mujeres ha recibido pequeños préstamos para empezar sus propias empresas. La respuesta ha sido recibida muy positivamente dando valor a más mujeres a unirse en grupos de autoayuda.

Kolkata: aterrizando en la ciudad de los cuervos.

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Mi primera impresión de la ciudad es dificil de describir. Tantísima gente. Tantos colores intensos. ¡Tanto ruido!. Aunque parezca mentira, a mi vuelta Madrid me va a parecer una ciudad tranquila y silenciosa en comparación. Aquí usan el claxon en vez de los intermitentes así que lo habitual es que cada coche pite cada quince segundos más o menos. Y su manera de conducir es salvaje. Recuerdo que me impresionó cómo conducían en Estambul, pero los indios son mucho peores. Bueno, en realidad son buenísimos conductores, porque hace falta muchísima destreza para realizar las maniobras imposibles que hacen continuamente y conseguir pasar a milímetros del coche de al lado sin chocar. Eso sí, ningún coche tiene retrovisor externo porque no le duraría entero ni media hora.

Es impresionante la cantidad de gente que hay en todas partes, bulle vida y actividad en cualquier rincón. Aquéllos arreglando un radiador de coche en mitad de la acera. Otros enjabonándose todo el cuerpo aprovechando una fuente pública en mitad de la calle. Los hay que comen, que caminan, que piden, que esquivan coches, que van en bicicleta, en moto, en rick-shaw (una especie de carricoche en tres versiones a motor, a pedales con la parte delantera de una bici enganchada y un indio pedaleando y la más dura: la carreta que arrastra un indio con sus propias fuerzas).

La primera vez que te plantas tú solo en el centro de Calcuta impresiona mucho. Sobre todo si vas cargando con todas tus cosas, que parece que sólo te falta un cartel que diga "acabo de llegar". No sientes inseguridad pero te sientes observado. Todo el mundo te mira, de una forma muy directa, sin medias tintas, de arriba a abajo sin disimular. De una forma con la que nadie mira en España salvo quizá, los niños.

Y si tu primer contacto es además en Sudder Street la sensación es aún más intensa. Ahora me encuentro continuamente con guiris de cualquier rincón del globo en Sudder St. pero cuando llegué por primera vez me dió la impresión de ser el único blanquito en muchos kilómetros a la redonda.

Los hoteles de Sudder son un refugio para el viajero, no tanto por la calidad del hotel (en España no te meterías en un sitio así ni de coña) sino por la gente que se hospeda, la inmensa mayoría gente joven que han venido a Calcuta a pasar una temporada como voluntarios, casi todos con la Madre Teresa. Los hay que pasan cortas temporadas aquí, de dos o tres semanas pero hay muchos que vienen para quedarse unos cuantos meses. Algunos incluso es la segunda o tercera vez que vienen (conocí alguno que llevaba ocho años viniendo a Calcuta seis meses, pero eso ya es un caso excepcional).

Hay gente de todos los rincones del globo y muchos españoles. Es curioso que en todos los países en que estuve siempre me encontré que los españoles que estaban por allí formaban piña, se relacionan con el resto de la gente por supuesto, pero tienden a formar "gueto" entre ellos. Aquí pasa un poco lo mismo, sobre todo en el Hotel María que está llenito de españoles.

Hay muchos hoteles en Sudder, pero llegué en un momento en que estaban todos llenos y al día siguiente dormí tanto para recuperar los dos días que llevaba sin dormir (una noche en vela haciendo la maleta y la otra con todo mi equipaje en el aeropuerto de Delhi esperando que amaneciera para coger mi vuelo a Calcuta) que me levanté casi a las cinco de la tarde y claro, a esa hora no hay forma de encontrar habitación.

Afortunadamente un contacto que llevaba desde España me "invitó" a dormir en su habitación hasta que encontrara cuarto. La situación fué un tanto extraña, porque era un cuarto de cuatro personas en el que sólo dormían dos españolas (siempre había estado ocupado por cuatro personas, pero justo el día antes de mi llegada dos se habían vuelto para casa). En principio a mí me resultaba lógico que pasara a ocupar una de las camas, pagando la parte proporcional del cuarto, por supuesto, pero por lo visto ellas preferían no compartir más y querían pasarse el resto de su estancia con el doble de espacio y el doble de camas de las necesarias aunque también tuvieran que pagar el doble. Bueno, aunque a mí me parezca absurdo, (si hubiera sido una doble lo podría entender perfectamente, prefieres no compartir pero pagas una doble porque las individuales no tienen baño, pero si ya estaban compartiendo no entiendo que no dejen meterse a nadie más) pero bueno, allá cada uno con su forma de hacer las cosas, así que sólo me quedaba agradecerles que me acogieron un par de noches hasta que encontré mi propio cuarto. El colmo de lo cutre vino cuando a la semana me pidieron pasta por haber dormido con ellas. Si no querían compartir se supone que estaba "invitado" en su casa, como cuando le dices a un colega que pase la noche en la tuya. Nunca se te ocurriría cobrarle por la mañana.

Mi primera habitación en Calcuta:



Este tipo de situaciones las viví unas cuantas veces más. Me he encontrado con gente que alardea de ser voluntarios con la madre Teresa de Calcuta pero que luego no son solidarios con el que tienen al lado ni en el más pequeño detalle. Gente que farda de cooperante y desprendido pero que te dejarían tirado a la primera de cambio, una hipocresía y doble moral que me deja muy descolocado. ¿serán conscientes de sus propias incoherencias?. Son probablemente minoría pero te hacen desconfiar de las verdaderas intenciones de los demás. Afortunadamente luego me encontré con gente que vale tanto (saludetes desde aquí a Berta, Luchi, Lara y compañía) que te hace olvidarte de esa gente de la que nunca me fiaría.

Mi situación era un tanto extraña además, puesto que yo no me considero voluntario, sólo he venido un par de semanas a Calcuta para echar una mano con los niños de New Light pero enfocando desde una perspectiva más personal que altruista en cuanto que la experiencia me iba a enriquecer mucho por la gente que sabía que iba a conocer, por la satisfacción de estar trabajando con niños, (que te ensanchan el corazón) y porque en el fondo me daba la posibilidad de sentir la "realidad india" al pasar en la ciudad una estancia más larga de lo normal de lo que estaría un turista cualquiera. De hecho, un turista estándar ni siquiera hubiera pasado por Calcuta.

Mis primeras impresiones de la ciudad:


La última era una foto de unos niños volando una cometa, símbolo de que la vida siempre se abre camino (aunque sea a mordiscos) frente a la adversidad. Casi no se ve a los niños (se agacharon en ese momento pero están en la azotea del edificio) y la cometa sale justo de perfil así que como nos os lo imaginéis...pero he puesto la fotografía como símbolo de que no importa cuáles sean tus planes en Calcuta, al final la ciudad decide por tí y te los cambia en el último momento, como decía Günter Grass (creo): "Calcuta caerá sobre tí, ¡y de qué manera!"

Así estaba, recién llegado a Calcuta, con una mentalidad más de observador que de voluntario, intentando descubrir qué se movía debajo de tanto caos. Aunque estaba terriblemente cansado no pude irme a dormir, es casi imposible para un recién llegado: tantos estímulos, colores chillones, sitios que ver y gente que conocer me mantenían despierto así que me fuí directamente para New Light aunque ni siquiera había tenido tiempo para echarme una siesta.
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Llegada a Calcuta.

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La sala de espera del aeropuerto de vuelos domésticos de Nueva Delhi es completamente distinta a todas las que he pisado hasta ahora. Hay muchísima gente sentada en sofás de colores horribles cuyos muelles se te clavan como si no hubiera tela de por medio. Me da la sensación de estar en una película, en la consulta ilegal de un médico sin licencia ni carrera que va a realizar alguna operación peligrosísima sin tener siquiera los intrumentos adecuados. Supongo que es una descripción muy extraña, pero me podía imaginar perfectamente al medicucho de los simpson saliendo por una de las puertas con las manos ensangrentadas preguntando por el siguiente paciente.

Creo que me dormí en el avión antes incluso de despegar, de tan cansado que estaba y me desperté cuando ya estábamos aterrizando, a tiempo para tener una primera impresión de la India desde las alturas. Para mi sorpresa, era como medio selvático, con palmeras y ríos por todas partes rodeando las casas, aunque luego ya me dí cuenta de que éso eran las afueras de la ciudad únicamente.

A partir de este momento todo ha sido relativamente fácil para mí en la India: sin problemas con las maletas (Pilar, fliparías con la cinta de recogida de equipajes, a 20 metros de la calle y toda la terminal diáfana, sin paredes, jajajaja, antes de pillar mi maleta ya podía ver la gente y los taxis y todo el barullo indio).

Prepaid taxi por 200 rupis para una hora de trayecto y a flipar con lo que veía desde la ventanilla.

Calcuta: primeros contratiempos.

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Medianoche. Cuando llegas a Delhi desde otro país y piensas seguir viajando dentro de India tienes que cambiarte a la terminal de vuelos domésticos que está en OTRO AEROPUERTO a 15 km. Bueno, pues se coge el shuttle bus del aeropuerto que haga el rceorrido y punto, ¿no?. Casi, en la India, para un recién llegado, las cosas funcionan diferente.

Le pregunto a un tipo con uniforme (digo yo que él sabrá) y me cuenta que he perdido el último autobús y que el siguiente no saldrá hasta las siete de la mañana, así que o cojo un taxi o perderé mi vuelo y sin decirme nada más agarra el carro donde llevo todas las maletas y me lleva fuera a la parada de taxis. Mierda. Ni dos minutos en la India y ya están intentando liarme. me han dicho mil veces que al llegar al aeropuerto coja los pre-paid taxis, esto es, que pagas por adelantado una cantidad fija para que luego no te cobren lo que quieran. Odio esas situaciones en que estás casi seguro de que te están intentando timar pero no te piras porque cabe la posibilidad de que el tipo sólo te esté intentando ayudar y le ofendas al dudar de sus intenciones.

Aún así, le doy las gracias y me vuelvo a la terminal yo solete a buscar un mostrador donde ponga pre-paid taxis. Fácil de encontrar, ya que no hay nada más pero en vez de mostrador es una especie de chiringuito cutre. Hago la cola y cuando ya me toca el indio que está detras del cristal sale y me coje el carro de las maletas y me dice que me lleva a un taxi, que no hay problema.

¿Otra vez?. No sé si todos los indios son tan serviciales o si directamente creen que los guiris somos tontos. Le paro, mis maletas sólo las llevo yo (no tengo miedo de que se ponga a correr con una maleta de 20 kilos en la espalda pero estamos rodeados de mogollón de gente y le sería supersencillo esconderse con mis cosas entre la multitud). Ok. Aflojo un poco y cedo. Acabo de llegar, estoy cansado y todavía tengo que llegar al aeropuerto internacional y pasar la noche allí. Decido que mejor le pago las 65 rupias que me pide (poco más de un euro) y me olvido de momento de los pre-paid taxis. Eso sí, las maletas conmigo en el asiento, nada de que las meta en el maletero del coche.

Nada más montar al taxi ya veo que intentará liarme, porque si el aeropuerto está cerrado y que mejor me lleva al hotel del aeropuerto que está pared con pared, bla, bla, bla. Mira chavalote: o me llevas al aeropuerto o paras el taxi. Y si está cerrado ya me las apañaré yo. Parece sencillo de decir pero tuve que repetirselo tres veces para que entendiera que no estaba dispuesto a meterme en ningún hotel para cuatro horas. Por la ventanilla no sé ve nada, todo está sumido en la más completa oscuridad salvo las luces que iluminan la carretera. En quince minutos ya hemos llegado y me sorprende ver la cantidad de policía que hay. En realidad más que policías parecen soldados porque van de uniforme caqui y portando metralletas. La verdad es que acojonan, sobre todo cuando ves que uno de ellos está en una especie de garita coronada por sacos de arena a modo de trinchera.

Saco un billete de cien rupias asumiendo que probablemente me liará diciendo que no tiene cambio, yo acabo de cambiar pasta y no tengo billetes más pequeños, (por cierto, en los aeropuertos de la India sólo se puede cambiar dinero en la parte internacional, así que ojo que más de uno se ha encontrado sin una rupia en mitad de la India y es una locura). Para mi sorpresa al taxista los 100 euros no le parecen suficientes, dice que habíamos quedado en 695 rupias. Me devuelve el billete y pongo cara de "¡oh!, perdóneme, debo haberme liado" y mientras finjo buscar la cartera echo mano de mi equipaje y lo saco a la calle (menos mal que no le permití meter nada en el maletero). El tío tranquilo porque cree que de verdad voy a pagarle. Me tomo mi tiempo para montar acoplar todas mis cosas en un carro que estaba en mitad de la calle, de hecho, el único que había y entonces le digo que podemos hacer dos cosas, que se quede el billete de cien aunque es más de lo que habíamos acordado (ya me da igual y al fin y al cabo son sólo dos euros) o, si insiste en los 695, que podemos acercarnos a hablar con el poli de la trinchera.

El tío evidentemente protesta pero como ve que me voy y tampoco le interesa montar el número ni que se acerque nadie accede a pillar el billete (en realidad primero me bajó el precio a 125 rupias pero claro...después de haberme pedido 695 es una ofensa que lo baje tanto porque está admitiendo implicitamente que me quería timar). Tentado estuve de no darle ni una rupi, pero probablemente hubiera sido muy mala idea.

Ok. Un problema menos. ¿y ahora?, el aeropuerto parece que efectivamente está cerrado, no hay un solo coche ni nadie por las aceras, exceptuando los taxis que pululan por allí y los indios que buscan incautos para llevarles a su hotel. ¿Tendría razón el taxista y me equivoqué exigiendo venir al aeropuerto?. En la entrada principal hay un par de policías-soldado y les cuento mi historia. No problem, tras mostrarles mi billete de embarque me dejan pasar a una terminal semifantasma. Busco los mostradores de facturación de Jet Airways y descubro que no estoy sólo, una docena de viajeros con sus maletas están esparcidos por los asientos esperando para facturar.

Estoy cansadísimo pero afortunadamente bastante espabilado. Es la una de la mañana. Tengo por delante cinco horas hasta embarcar, aunque probablemente los mostradores de facturación los abran un par de horas antes. Le pregunto a un indio jovencillo bastante majete y me cuenta que el trayecto en taxi entre el aeropuerto internacional y el nacional debería costar alrededor de 150 rupias. ¡je!, al final no me ha salido mal la jugada, 0-1 a mi favor. Bueno, en realidad 1-1 porque el chaval me cuenta que acaba de llegar en el shuttle bus, que sólo pasan una vez cada hora pero que hay servicio durante toda la noche. ¡Pero si pregunté a un tipo que trabajaba en el aeropuerto y me dijo que hasta las siete nada!.

Ok. Habrá que asumir aquí que intenta timar hasta la gente de la que normalmente nunca desconfiarías.

viernes, 24 de noviembre de 2006

Llegada a Delhi.

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Hay cosas que nunca cambian: otra vez me pilló el toro y yo haciendo la maleta en el último minuto, ¿por qué será que odio tanto hacer el equipaje si me gusta tanto viajar?; al menos lo imprescindible ya está preparado: ropa, aseo y medicinas, no me da tiempo a cargar en mi cacharrito mp3 la música que me apetece pero bueno, al fin y al cabo voy a uno de los países más interesantes del mundo, quizá no tenga tiempo para escuchar mi música occidental.

Mi plan de vuelo incluye tres aviones en un sólo día: Madrid-París, París-Delhi y hacer noche en el aeropuerto porque aunque llego a las 23.00 mi vuelo para Calcuta no sale hasta las 6.15 de la mañana. Vuelo hasta Delhi con Air France, y aunque parezca irrelevante es necesario hacerles mención en esta bitacóra para que aquellos que sigáis mis pasos (¡uf que pedante quedó eso!, mejor debería haber escrito: para aquellos que hagáis el mismo camino) sepáis a qué ateneros.

Los franceses se portaron genial, salimos con retraso de Madrid y no nos daba tiempo a hacer el cambio de avión en París, así que cuando ya pensaba que me tendría que quedar a esperar al siguiente (no hubiera sido la primera vez que me pasa en el Charles De Gaulle) una señorita de la compañía nos saca los primeros del avión y nos guía casi al trote hasta la terminal donde embarcábamos, colándonos en las larguísimas colas que había, con el consiguiente cabreo de los pasajeros que llevaban mucho rato esperando.

Ésa es la cara, la cruz fué que aunque en Barajas la gente de Air France me garantizó que podía facturar el equipaje hasta Kolkata, en realidad ERA MENTIRA, (después me enteré que hay mucha gente que ha perdido su equipaje por confiar que se lo llevarían hasta Calcuta). Menos mal que tengo esta mala costumbre de no fiarme de nadie (y menos si va de uniforme) y comprobé la cinta de equipajes al llgar a Delhi. Imaginad mi cara cuando veo que mi maleta ya llevaba un rato dando vueltas. De hecho estuve esperando bastante rato a que saliera una caja, que también había facturado, llena de medicamentos que me habían dado en Mundo Cooperante para la India, pero la caja no aparecía. Me dió por darme una vuelta y descubro que en un lateral, junto a la cinta de equipajes, algún operario había ido amontonando todas nuestras maletas (imagino que lo hacía para que la cinta no rebosara) pero como nadie se daba cuenta porque la cinta era bastante larga, estábamos todos esperando a que salieran maletas que hacía rato que ya habían salido.

La aduana fué otra pequeña odisea: la caja de medicinas les resultaba sospechosa y aunque llevaba documentación "oficial" de que contenía medicamentos sin valor comercial para una ONG de la India, el inspector de turno insistió en que la abriera. Yo accedí sin problemas siempre que me diera algo para cerrarla después, y como no tenía ni un mísero celo pues yo (cabezón como siempre) no le dejaba. El problema era que tenía que volver a facturar la caja hacia Kolkata y si me la abrían del todo no habría manera de evitar que se cayera todo su contenido mientras la subían o bajaban del avión.

Le convencí para que me dejara abrirla a mí y abrí un huequillo en un lado por el que el inspector podía meter la mano. No le hizo mucha gracía, pero como lo que a mí me sobraba era tiempo (seis horas hasta que saliera mi avión) le expliqué que podíamos quedarnos allí el rato que él necesitara hasta comprobar la caja entera. Estuvo un rato mareando y haciéndome una y otra vez las mismas preguntas pero al final me dejó marchar sin mayores problemas.

PRELUDIO.

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Aviso a navegantes.

Mi primer post, la primera entrada en ésta bitácora virtual que comparto con todos vosotros: amigos, conocidos, familiares o incluso para aquellos, completos desconocidos, que os encontrásteis esta web por casualidad. Desde hoy esta bitácora será mi ventana al "otro mundo", mi via de escape cuando esté saturado de experiencias o cuando necesite sacar de dentro todo lo que estoy viviendo.

Es posible que mis entradas resulten largas y pesadas como ladrillos (quien ya me leyó ya sabe lo denso que puedo llegar a ser) o demasiado escuetas o inconexas; yo intentaré volcar mis impresiones de la mejor manera posible pero no puedo garantizar ni coherencia ni continuidad ya que mi manera de escribir siempre fué caótica y mi cabeza llena de sirocos así que los que en algún momento me leáis ya sabéis a lo que ateneros.

Para los que nunca se hayan paseado por el mundo de los blogs, poco hay que explicar: es un sitio donde yo escribo cualquier cosa que se me pase por la cabeza y dónde cualquiera puede comentar, protestar, matizar o preguntar sobre lo que le dé la gana, aunque agradecería que esas protestas, comentarios, matices o preguntas tuvieran algo que ver con la entrada que metí (esto es, con el "articulillo" que me marqué sobre un determinado tema), cada entrada lleva asociada sus propios comentarios y de éllos os ocupáis vosotros, ¿ok?. Todo el mundo puede leer los comentarios que metéis y si no os mola firmad como anónimo (o no firméis y punto) y para cosillas más personales mejor al email.

Y creo que nada más. Que me perdonen los que crean que me enrrollo demasiado y los que crean que no escribo suficiente...yo iré como más o menos me pida el cuerpo. Así que no queda nada más que decir excepto ¡Namasté! y que sean todos ustedes bienvenidos a mi ventana a India.